Hasta ahora el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, había mantenido máxima cautela en torno al referéndum británico del próximo 23 de junio y la posible salida de Reino Unido de la Unión Europea conocida como Brexit. A poco más de un mes para esa importante cita, el demoscritiano luxemburgués ha querido dejar claro que si los británicos dicen no, nada será lo mismo en el club y advierte: “los desertores no serán acogidos con los brazos abiertos”.

“Si los británicos dicen 'no', que espero que no lo hagan, la vida comunitaria no será como antes. Reino Unido tendrá que aceptar ser considerado como un tercer país”, asegura en una entrevista concedida al diario francés 'Le Monde' y recalcando que no se le dará al país un trato privilegiado. Aunque el Ejecutivo comunitario lleva meses asegurando que su intención es quedarse al margen de este frente político, Juncker no ha desaprovechado este altavoz para advertir a los británicos que un voto negativo tendrá consecuencias para las relaciones de ambos bloques.

“Habrá que sacar conclusiones. No es una amenaza pero nuestras relaciones no volverán a ser como las de hoy en día”, reconoce quien hasta ahora ha sido uno de los actores políticos europeos que más han defendido la federalización de Europa. Una postura que hizo precisamente que el primer ministro británico, David Cameron, fuera el único, junto al húngaro Viktor Orbán, que se opusiera a su candidatura a la presidencia del Ejecutivo comunitario.

CONFIANZA EN LOS BRITÁNICOS

No es la primera vez que Juncker se pronuncia sobre el Brexit pero sí la primera ocasión en la que lo hace con términos tan duros. Recientemente, en una entrevista con un diario alemán también advirtió que el Brexit tendrá con toda seguridad “consecuencias impredecibles para la cooperación europea” pero se negó a especular sobre ningún ámbito en concreto porque está convencido de que “los británicos tomarán la decisión razonable” y porque “todos los europeos quieren que Reino Unido siga siendo part e de la familia europea”.

Una de esas consecuencias sería la económica. Según las cuentas de un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI), una eventual salida de Reino Unido podría costarle al país un 9,5% de su PIB y según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reduciría en 2.845 euros anuales el poder adquisitivo de los británicos. Aún así, tampoco el comisario de economía, Pierre Moscovici, ha querido pronunciarse sobre cual sería el impacto.

SIN UN PLAN B

En una charla con periodistas, en el marco de la próxima cumbre del G7 que se celebra en Japón, el socialista francés ha reiterado que la Comisión Europea no tiene ningún plan B para estabilizar la libra en caso de victoria del no y que Reino Unido termine abandonando el club al que se incorporó en el año 1973, junto con Dinamarca e Irlanda. “Nosotros no tenemos un plan B si se produce el Brexit”, asegura subrayando, al igual que lo ha hecho su jefe Juncker, que el único escenario que se plantean es el de una “Europa unida”.

Es la estrategia de Bruselas y de momento, a tenor de los últimos sondeos publicados en Reino Unido parece tener éxito. Según una encuesta de Ipsos Mori realizada el pasado fin de semana, el 55% de los votantes británicos serían partidarios de permanecer en la UE mientras que el 37% apostarían por salir. Otra encuesta telefónica del 'Daily Mail' y la cadena ITV news sitúa la diferencia entre el campo del sí y el no en 11 puntos. De momento, también ganaría el sí.