Socotra en Yemen, Marsa Matrouh en Egipto, las islas Dahkla en Etiopía, archipiélago hoy devenido territorio de la recién nacida Eritrea... Todos ellos eran estratégicos puntos en África que albergaron, en algún momento de la guerra fría del siglo XX, una presencia militar de la URSS dotada de mayor o menor grado de temporalidad.

Ha pasado casi medio siglo de aquel día de 1972 en que el presidente egipcio Anwar el Sadat, recién llegado al poder, sorprendiera a propios y extraños expulsando a la legión de asesores militares soviéticos implantados en el país del Nilo desde los tiempos de Náser. Han transcurrido poco más de tres décadas del tira y afloja que enfrentaba al reformista líder soviético Mijaíl Gorbachov con el presidente de Etiopía Mengistu Haile Mariam, alineado con el bloque comunista pero alérgico a la palabra 'perestroika'.

El Kremlin, capitaneado por Vladímir Putin y respaldado por una nebulosa de organizaciones privadas de mercenarios, oligarcas vinculados al sector de la minería y empresas estatales dedicadas al comercio de armas y a la energía atómica, intenta regresar ahora al continente africano por la puerta grande. La primera cumbre Rusia-África, que se acaba de celebrar esta semana en el balneario de Sochi y a la que han acudido los líderes de 43 países, además de 10.000 hombres de negocios regionales, da buena cuenta de las futuras pretensiones expansivas de Moscú en el continente.

"UN ESPACIO DE CONFRONTACIÓN"

"Rusia considera a África como un espacio de confrontación" con Europa y EEUU, explica a el periódico Grzegorz Kuczynski, especialista del Instituto de Varsovia y autor de un informe titulado 'Rusia en África: Armas, Mercenarios y Agentes de Influencia'. Políticamente, enumera Kuczynski, "para mermar a Occidente", a Moscú le es más fácil "sembrar el caos" allí que en la propia Europa. Además, continua el especialista, la región africana es el origen "del 25%" de los estados miembros de la ONU, lo que permitiría a Moscú incrementar su peso en la organización mundial supranacional si logra materializar proyección en el continente.

En el ámbito económico, resume el experto polaco, Rusia busca en África acceso a los yacimientos de "petróleo, gas, oro, diamantes, pero sobre todo metales raros", vitales estos últimos en la economía global, al tiempo que constituye "un mercado relativamente poco exigente para sus exportaciones, principalmente de armas".

La cooperación militar y política ya está dando frutos, y lo está haciendo precisamente en estratégicos puntos geográficos cercanos a transitadas rutas de navegación hacia Europa. Hace un año, Eritrea y Rusia anunciaron la construcción de una base logística en un puerto eritreo durante una visita del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. En mayo, Moscú desveló el contenido de un acuerdo firmado con el derrocado dictador de Sudán, Omar al Bashir, que permitirá a los buques de guerra rusos recalar en los puertos locales. Pese al cambio de régimen experimentado por el país, el pacto sigue adelante.

MACROREUNIÓN JUNTO AL MAR NEGRO

Además, la macroreunión celebrada a orillas del mar Negro ha alumbrado una pléyade de sustanciosos contratos para las empresas rusas, ya sean estatales o privadas. Por citar solo tres ejemplos, Rosatom, el gigante público de la energía atómica, planea construir una central nuclear en Etiopía, Nigeria comprará 12 helicópteros de ataque Mi-35M y finalmente Sverbank, la caja de ahorros, ha liberado la suma de 5.000 millones de dólares para la adquisión de exportaciones rusas por parte de las naciones participantes. Y todo ello, coincidiendo con la condonación de antiguas deudas africanas contraídas en tiempos soviéticos por valor de 20.000 millones de dólares.

Durante la reunión, Putin ha intentado desvincularse de las antiguas potencias coloniales europeas asegurando a sus invitados que sus intenciones no consistían en esquilmar los recursos, ni en dar lecciones de democracia. "Vemos cómo un grupo de países occidentales recurren a la presión, a la intimidación y al chantaje de naciones africanas soberanas", criticó el líder del Kremlin.