Con Donald Trump todo es posible. Antes de convertirse en la revelación de la campaña a las presidenciales, toda su contribución al debate político en Estados Unidos había consistido en ser el principal altavoz de las teorías conspiratorias que afirmaban que Barack Obama había nacido en Kenia (lo que le hubiera descalificado para ser presidente) y era posiblemente musulmán. Esas tesis es una de las banderas de la extrema derecha, la misma que ha encontrado en la demagogia xenófoba y anti-musulmana de Trump un vehículo para proyectar sus obsesiones. Jean Marie Le Pen, el patriarca del Frente Nacional francés, le ha dado su respaldo y también el antiguo líder del Ku Kux Klan sin que el magnate inmobiliario los haya repudiado con la firmeza que muchos hubieran esperado.

La CNN le preguntó el domingo por el apoyo a su candidatura de David Duke, un supremacista blanco que fue en su día Gran Mago del KKK. “Votar contra Trump en estos momentos es una traición contra vuestra herencia”, les dijo Duke a los seguidores de su programa radiofónico, antes de pedirles que se sumen como voluntarios a la campaña del neoyorkino. "Encontraréis a gente con la misma mentalidad que la vuestra”, les dijo.

Nacionalista blanco y antisemita, además de excongresista republicano en el Parlamento de Luisiana, Duke es un personaje notorio en EEUU. “No sé nada sobre David Duke, ¿está claro? No sé nada de lo que me estás diciendo sobre la supremacía blanca y los supremacistas blancos”, se excusó Trump. Cuando el periodista insistió para que se pronunciara sobre el KKK, contestó: “No querrás que me pronuncie sobre un grupo sobre el que no sé nada”.

Un problema con el pinganillo

Ante el revuelo que han causado sus declaraciones, el favorito a la nominación republicana ha asegurado que todo se debió a un problema con el pinganillo. No oyó bien lo que le estaban preguntando. Y más tarde recurrió a Twitter para aclarar su postura. “¿David Duke me ha respaldado? Ok, está bien. Lo repudio. ¿Ok?”

Putin y Mussolini

Pero lo cierto, según ha publicado Buzzfeed, es que Trump sabía bien quien es el racista de Luisiana. En el año 2000 emitió un comunicado declinando un ofrecimiento del Partido Reformista para ser su candidato a la presidencia. “El Partido Reformista incluye ahora al Klansman, (David) Duke, al neonazi (Pat) Buchanan, y una comunista (Leonora) Fulani. No es la compañía con la que quiero estar”, dijo entonces.

La polémica llega en un momento crucial de la campaña, concretamente en la víspera del supermartes, cuando se vota en 11 estados. Trump lleva ventaja en todos menos Tejas y sus rivales han aprovechado para cargar las tintas contra el multimillonario. “Tú eres mejor que eso. Todos deberíamos estar de acuerdo, el racismo está mal, el KKK es aborrecible”, le ha dicho Ted Cruz.

Marco Rubio ha ido más allá para subrayar el daño irreparable que Trump podría hacerle al partido de Abraham Lincoln y sus posibilidades de conquistar la Casa Blanca en noviembre. “No podemos ser el partido que se niega a condenar a los supremacistas blancos y el KKK. No solo está mal sino que lo convierte en alguien inelegible”.

Trump no parece demasiado preocupado con determinadas asociaciones. Durante la campaña, ha mostrado admiración por Vladimir Putin y hace unos días retuiteó una frase de Benito Mussolini (“Es mejor vivir un día como un león que 100 como una oveja”). Cuando le preguntaron porqué había citado al padre del fascismo, respondió que la frase “es muy buena”. “¿Qué importancia tiene quién la dijera? Quiero que se me asocie con citas interesantes”.

También ha dicho sentirse “honrado” del respaldo a su candidatura de la exgobernadora de Arizona, Jan Brewer, que en el 2010 aseguró que los inmigrantes sin papeles “traen desde crimen a drogas, secuestros, extorsión y decapitaciones”. Algo parecido a lo que Trump dice sobre los inmigrantes mexicanos.