Sebastian Kurz volverá a repetir como canciller de Austria y podrá elegir a su socio de gobierno. Después de que en mayo una moción de censura interrumpiese abruptamente su primer mandato al frente del país, ayer el joven líder conservador llevó al Partido Popular (ÖVP) a una clara victoria electoral, según los sondeos a pie de urna, que le otorgan hasta un 37,2% de los votos, sus mejores resultados desde el año 2002. «Estoy abrumado», celebró ante sus correligionarios.

Esta mejora de casi seis puntos respecto a las elecciones del 2017 da a Kurz más margen de maniobra para empezar a confeccionar un nuevo ejecutivo. Y es que sus dos principales competidores, el ultraderechista Partido por la Libertad (FPÖ) y los socialdemócratas (SPÖ), se han visto desgastados mientras que las formaciones pequeñas crecen.

En mayo, el líder de la extrema derecha y vicecanciller Heinz-Christian Strache se vio implicado en un escándalo de corrupción conocido como Ibizagate que llevó a los ultras a ser expulsados del Gobierno. Fue entonces cuando el FPÖ apoyó una moción de censura que acabaría tumbando a Kurz y abriendo las puertas a las elecciones anticipadas que se celebraron ayer.

Curiosamente, esa estrategia le ha salido muy cara a sus impulsores. Mientras Kurz ha salido reforzado de estos comicios, el FPÖ se ha hundido hasta un 16% de los votos, 10 puntos menos que hace dos años y sus peores resultados desde el 2006. El SPÖ, por su lado, mantiene su lento declive y ha retrocedido hasta un 22%, el peor resultado de su historia que los deja muy lejos de los conservadores.

RENACER VERDE / Además de los conservadores de Kurz, los grandes vencedores han sido los Verdes. Tras la debacle sufrida en el 2017, que les sacó del Parlamento, la formación ecologista se ha resarcido y ha sabido robar protagonismo a los socialdemócratas, algo que también sucede en la vecina Alemania. Así, han pasado del 3,8% obtenido hace dos años a un 14,3% de los sufragios, su mejor registro histórico.

Este impulso les convierte en la cuarta fuerza del país e incluso puede abrirles la puerta del gobierno. Aunque es menos probable, la formación de un nuevo ejecutivo también puede incluir al partido liberal NEOS, que ha crecido hasta el 7,4% de los votos (dos puntos más).

Durante una campaña más pragmática y menos incendiaria, Kurz ya avanzó que negociará con todas las formaciones parlamentarias. El objetivo es tener un gobierno estable para evitar otra crisis institucional como la vivida este año. Al canciller le preocupa su reputación internacional y tener el mandato más corto desde 1945 no le ayuda.

A pesar de su colisión por el escándalo de corrupción, la extrema derecha podría repetir como socio principal. Incluso al expulsarles del Gobierno, el canciller aseguró que estaba «satisfecho» de su trabajo conjunto. Aunque el nuevo líder del FPÖ, Norbert Hofer, dejó clara su intención de recoser el «matrimonio» con los de Kurz para regresar al gobierno, tras la debacle los ultras parecen por el momento descartar las negociaciones.

GRAN COALICIÓN / Esta mayor fragmentación y el paso atrás del FPÖ pueden dar da alas a otras opciones. Como ya hicieron sus predecesores, Kurz podría optar por un gobierno de gran coalición junto a los socialdemócratas e incluso estudiar otras fórmulas en las que quepan verdes o liberales, menos probables. De ser así, el canciller deberá remodelar su imagen y tono para asegurar su posición al frente de la república transalpina.

Este es el último triunfo de una carrera política fulgurante que lo ha llevado a lo más alto con 33 años. Calculador y ambicioso, Kurz se dio a conocer cuando a los 27 se convirtió en ministro de Exteriores. Tras comandar las juventudes del conservador Partido Popular Austríaco (ÖVP), el «chico prodigio» aprovechó la crisis de los refugiados para relanzarse. Su popularidad creció y, con el bipartidismo en jaque, impulsó una candidatura personalista. La estrategia funcionó y se convirtió en el mandatario más joven del planeta.