La mayor crisis de gobierno de Austria en años puede convertirse en una jugada redonda para el canciller Sebastian Kurz. Tras ver en mayo como un escándalo de corrupción dilapidaba su alianza con la extrema derecha primero y su Ejecutivo en solitario después, el líder conservador puede verse reforzado en las elecciones legislativas que se celebran este domingo.

Así, según los sondeos, su Partido Popular (ÖVP) se hará con un 34,5% de los votos, tres puntos más que los resultados obtenidos en octubre del 2017. De materializarse, esa mejora evidenciará como el joven mandatario ha capitalizado la derrota ultra y se ha alimentado de sus votos.

Estas elecciones anticipadas llegan después que en mayo los medios publicaron un comprometedor vídeo en el que se veía al vicecanciller y líder ultra, Heinz-Christian Strache, aceptando donaciones ilegales de la supuesta hija de un oligarca ruso. La polémica, conocida como Ibizagate' porqué se produjo en una mansión de la isla balear, forzó a los conservadores a echar a sus socios minoritarios del Ejecutivo. Unos días más tarde, y tras la renuncia de su presidente, estos apoyaron una moción de censura contra el canciller que tumbó por completo sus opciones de gobernar en solitario.

Victoria de Kurz

El resultado de ese movimiento estratégico se dirimirá este domingo. Curiosamente, todo apunta a que los impulsores de esa moción, los socialdemócratas y la ultraderecha, serán castigados en las urnas. Así, los sondeos demoscópicos pronostican un 22% de los votos para el SPÖ, un retroceso de cinco puntos, mientras que aún aquejados por el escándalo el FPÖ también reculará hasta un 20,4% de las papeletas, una caída ligera tras lo conocido que certifica que en Austria el ultranacionalismo identitario tiene una arraigada base electoral.

Si se cumplen estos pronósticos, Kurz capitalizará el escándalo protagonizado por sus antiguos socios, pero eso no significa que su matrimonio electoral haya terminado. Así pues, la mayoría conservadora no sería suficiente para gobernar en solitario, lo que forzará al canciller a elegir un compañero de Ejecutivo. Y tras el lavado de cara del FPÖ, lo más probable es que el joven mandatario vuelva a aliarse con la misma extrema derecha que hace cuatro meses le echó del poder.

Lavado de cara ultra

Tras ver como su líder era pillado in fraganti¿ aceptando sobornos a cambio de favores políticos, la extrema derecha austríaca ha intentado recuperarse de ese golpe con una campaña más moderada y menos incendiaria. Al menos en las formas. En un calculado gesto de cambio que pretende dejar en un segundo plano el estilo provocador impulsado por Strache, el FPÖ eligió a mediados de septiembre a Norbert Hofer como su nuevo presidente. Este lobo con piel de cordero, como lo han apodado, es formalmente más simpático que su antecesor, pero mantiene el mismo discurso reaccionario.

Los partidos pequeños también pueden ser determinantes . Así, tras la hecatombe que los echó del parlamento en 2017, los verdes apuntan a un renacimiento en consonancia con la vecina Alemania que les puede impulsar a un 12% de los votos, forzando ese retroceso de los socialdemócratas. Por su lado, el partido liberal NEOS puede pasar de un 5% a hasta un 8,3% de los apoyos.