Centenares de miles de manifestantes estallaron en un estruendoso grito de júbilo después de que los diputados aprobaran la enmienda Letwin. La votación decisiva quedaba aplazada, una vez más. La convocatoria de la organización People Vote, exigiendo «tener la última palabra» en un segundo referéndum de ratificación de cualquier acuerdo sobre el brexit que se apruebe, vino a coincidir con la sesión extraordinaria decretada por Johnson.

Con los manifestantes atestando el centro de Londres y la plaza del Parlamento, algunos diputados que abandonaban la sesión fueron increpados por el público. «Te debería dar vergüenza», le gritaron a la ministra de Negocios, Andrea Leadsom, una euroescéptica radical, que dejó el lugar acompañada por la policía y dijo después haber sentido «miedo». La misma protección requirió el número dos del Gobierno, Michel Gove, y el líder de la Cámara de los Comunes y antieuropeo visceral, Jacob Rees-Mogg, este último acompañado de su hijo de 12 años, que fueron abucheados por los manifestantes.

De acuerdo con People Vote, un millón de ciudadanos respondieron a la cita, la misma cifra que ya lograran movilizar en marzo. Gente llegada de todos los puntos del país, convirtieron el centro de la capital en un mar de banderas azules con estrellas doradas de la Unión Europea.

En estandartes y pancartas podían leerse múltiples mensajes como, «Brexit=Trump», «Tengo 17 años y es mi futuro», «Nos han prometido unicornios», o «Mi generación nunca os va a perdonar», con la que cargaba un niño de unos 10 años. Uno de los grupos elevaba al cielo la figura de un diablo rojo inflable, que representaba al asesor principal del primer ministro, Dominic Cummings, llevando en la mano una marioneta de Johnson. A Cummings se le atribuye la estrategia, a cualquier precio y a toda costa, para sacar al Reino Unido de la Unión Europea el 31 de octubre.

«Este nuevo acuerdo no se parece en nada a lo que se prometió a la gente, por eso es justo que los ciudadanos tuvieran otra oportunidad para opinar al respecto», señaló James McGrory, director de la campaña. Los organizadores pedían a la gente la firma de una carta dirigida a Johnson, los líderes de la Unión Europea, diputados británicos y eurodiputados, solicitando que les conceda «la oportunidad de comprobar si quieren proceder con el brexit. En la tribuna instalada en el Plaza del Parlamento, el encargado de la cartera de Finanzas del Partido Laborista, John McDonnell, exigió «que la gente decida. Dejemos que la democracia reina de nuevo».

La manifestación discurrió sin incidentes, sin bien en un punto del recorrido la policía se interpuso entre los participantes en el desfile, que coreaban el ya famoso «Brexit a la mierda» («Bollocks to Brexit») y un pequeño grupo pidiendo la salida abrupta de la UE, mientras cantaban el himno patriótico Rule Britannia y jaleaban el nombre del elemento de extrema derecha, Tommy Robinson.