Si el intento negociador de este fin de semana culmina con éxito en la cumbre de líderes europeos de 17 y 18 de octubre, el Parlamento británico se reunirá de forma excepcional un día después, el 19, para tratar de sellar el pacto que hará que el Reino Unido salga de la Unión Europea de forma ordenada en la fecha prevista, el 31 de octubre. A día de hoy esta secuencia de acontecimientos sigue rodeada de mucha incertidumbre por los limitados avances logrados y por un calendario tan ajustado. «Michel Barnier informó a los embajadores de los 27 tras las conversaciones técnicas constructivas [mantenidas] con el Reino Unido durante el fin de semana. Queda mucho trabajo por hacer», se limitó a anunciar con prudencia la Comisión Europea en un breve comunicado. Ningún detalle sobre cómo piensa garantizar el Gobierno británico que no habrá controles aduaneros en la isla de Irlanda una vez se consume la salida, el gran escollo en la negociación.

El primer ministro británico, Boris Johnson, y su homólogo irlandés, Leo Varadkar, sembraron la semilla de la esperanza el pasado jueves cuando anunciaron la existencia de «un camino hacia el acuerdo». No dieron más explicaciones en público aunque en privado fueron suficientes para convencer al negociador europeo, Michel Barnier, de que esta vez Johnson iba en serio y de que sus ideas podrían resolver el problema de los controles aduaneros y del pronunciamiento de la Asamblea de Stormont cada cuatro años sobre la vinculación de Irlanda del norte a la reglamentación europea.

De ahí el visto bueno que recibió el francés el viernes para intensificar las conversaciones el fin de semana. De momento, no ha habido avances pero las conversaciones entre el equipo de Barnier y el del británico David Frost continuarán hoy, según trasladó el francés a los embajadores permanentes de los 27 durante la reunión extraordinaria de ayer. Un día después, mañana, Barnier acudirá a Luxemburgo, al Consejo de asuntos generales a hacer balance ante los ministros de asuntos europeos. El miércoles, a 24 horas de la cumbre, se reunirán de nuevo los embajadores de los 27 in extremis. Si para entonces no hay fumata blanca se da por hecho que no será posible cerrar ningún acuerdo porque «se mantiene la idea de que no se negociará durante la cumbre», aseguran fuentes comunitarias.

Ahí es donde entrará de nuevo la hipótesis de una tercera prórroga. La Unión Europea sigue dispuesta a aceptar un nuevo aplazamiento del divorcio. «Corresponde a los británicos decidir si pedirán una extensión pero si Boris Johnson pidiera tiempo adicional, que probablemente no lo hará, sería desde mi punto de vista un sinsentido histórico rechazar semejante petición», declaró el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en una entrevista publicada ayer por el diario austríaco Kurier.

La UE está dispuesta a trabajar hasta el último minuto para evitar una salida caótica. «Pero ciertamente no me arrodillaré para pedirles que pidan tiempo. Es una cuestión de los británicos», puntualizó su presidente, Donald Tusk.