El primer ministro británico, Boris Johnson, dio ayer un giro a su criticada estrategia conservadora en la lucha contra el coronavirus, ante el aumento de casos y la advertencia de que el plan puede causar más de 250.000 víctimas mortales. Los científicos del Imperial College señalan en un estudio que la iniciativa del Gobierno británico puede colapsar el sistema sanitario.

Uno de los autores del trabajo, Neil Ferguson, declaró que esa predicción de fallecimientos no era el peor escenario imaginable, sino el «más posible».

Los científicos consideran que la única salida es adoptar medidas mucho más contundentes para enfrentarse a la crisis y reducir la mortalidad a decenas de miles de víctimas. Tratar de «suprimir» el virus, señalan, puede llevar 18 meses en el Reino Unido, donde no se sabe exactamente cuántos contagiados existen actualmente.

La última cifra oficial ayer era de 55 muertos y 1.950 positivos, aunque se estima que el actual número de casos oscila entre los 35.000 y 50.000. El asesor en jefe científico del Gobierno, Patrick Wallance, reconoció en el Parlamento que necesitan «un gran incremento» en el número de tests, que no tienen.

Johnson ha adoptado durante semanas la estrategia de no hacer nada y dejar que el virus se propagara, considerando que era prematuro intervenir, e incluso improcedente, para crear de esa forma una inmunidad colectiva. Ese modelo, según los científicos, implicaría la infección del 81% de la población y la muerte de 510.000 ciudadanos hasta agosto.

Mientras, pese a la gravedad de la situación, el padre del primer ministro, Stanley Johnson, dejó claro durante una entrevista que seguiría yendo al pub si lo necesitaba.