El Reino Unido dio un paso más hacia la salida de Europa. La ley del brexit recibió ayer el respaldo definitivo de la Cámara de los Comunes. El acuerdo alcanzado por Boris Johnson con Bruselas se aprobó en su tercera y última lectura por 330 votos a favor y 231 en contra. El texto preliminar había recibido ya el visto bueno de los diputados el 30 de diciembre.

La llamada ley del acuerdo de retirada de la UE pasa ahora a la Cámara de los Lores, donde, a diferencia de lo que ocurre en los Comunes, el Gobierno no tiene mayoría. El diputado conservador, Owen Paterson, advirtió a los Lores de que no intenten torpedear y retrasar la legislación y «respeten el voto masivo de la gente». Johnson espera que la tramitación concluya la semana que viene, de forma que la ley pueda ser ratificada por el Parlamento Europeo a finales de enero.

Algún diputado tory aprovechó la última sesión para exaltar las virtudes del brexit. «Esta ley es el primer paso, no en un camino a un lugar diferente, sino en la jornada de retorno a un Reino Unido de esperanza, patriotismo y grandeza», proclamó con mucha pompa Sir John Haynes. En cambio, la laborista Fleur Anderson advirtió de que el divorcio con la UE es «un acto de monumental autolesión» y la ley aprobada corre el riesgo de atizar el racismo y la discriminación.

El líder del Partido Nacional Escocés (SNP) en Westminster, Ian Blackford, subrayó que Escocia «se convertirá en un país independiente europeo». «Esta es una crisis constitucional, porque no vamos a aceptar lo que se nos ha hecho», enfatizó Blackford.

La rotunda mayoría absoluta de Johnson le permitió tramitar la norma sin sobresaltos. Ninguna de las enmiendas presentadas contra el texto del Gobierno salió adelante. «Once meses es un periodo ridículamente corto para negociar ni siquiera un acuerdo básico de libre comercio», advirtió sin esperanza de ser oída la diputada del SNP, Philippa Whitford.