E n tono sombrío y con un punto de desesperación, el jefe del Estado Aleksándr Lukashenko anunció ayer que llamaría a su homólogo de Rusia, Vladímir Putin, invocando una hipotética «amenaza» que se cierne «no solo sobre Bielorrusia», sino también sobre el poderoso vecino del este. Mientras, manifestaciones espontáneas se generalizaron por todo el país al tiempo que se constataban nuevas deserciones entre el funcionariado y miembros de las fuerzas de seguridad.

Pocos detalles de la conversación entre ambos mandatarios trascendieron. De la parte bielorrusa no se produjo anuncio alguno mientras que el Kremlin se limitó a emitir un comunicado en el que informaba de que los dos presidentes expresaron su confianza en que «los problemas» serían resueltos «pronto», al tiempo que lanzaba una nada velada amenaza ante cualquier tentativa de la oposición para modificar las alianzas geopolíticas del pequeño estado eslavo, firmemente alineado con Moscú: «Estos problemas no deben ser explotados por las fuerzas destructivas que buscan dañar la cooperación mutuamente beneficiosa entre los dos países en el marco de la Unión».

Una pista de que muy probablemente el cuestionado jefe del Estado bielorruso no obtuvo del líder del Kremlin todo el apoyo que buscaba se pudo entrever en el siguiente paso que dio. Al cabo de unas horas, se reunió con el Estado Mayor del Ejército y ante ellos pronunció una intervención repleta de amenazas hacia los manifestantes, pero que también daba a entender que Rusia no estaba por la labor de intervenir militarmente para sofocar la revuelta. «Solo les quiero pedir (a los manifestantes), como un hombre, no hagáis esto, no hay que jugar con fuego; nuestro Ejército tiene recursos para defenderse, defender a su familia, y garantizar la seguridad del Estado», exclamó, antes de concluir de forma asertiva: «no entregamos el Estado a nadie».

Pese a que se han producido numerosos casos de deserciones de las fuerzas de seguridad, en particular entre las tropas del Ministerio del Interior (OMON), fuentes de la oposición consideran que la posición del Ejército será crucial. Respecto a la actitud que adopte finalmente la poderosa Rusia, Valeri Tsekpalo, uno de los candidatos a presidente descartados por las autoridades bielorrusas y un hombre al que se le suponen vínculos con Moscú, en una reciente conversación con este diario, prácticamente descartó el escenario de una intervención militar rusa: «Es poco probable; antes de llegar a eso, Rusia tiene muchos medios» para garantizar una solución «que respete sus intereses».