“No aflojemos”. Mauricio Macri lanzó una campaña desde Facebook sosteniendo un cartel con el que llamó a los argentinos a preservar su esperanza de cambio. Pero el mes de marzo no le depara por ahora buenas noticias. A los escándalos por “conflicto de intereses” entre su Gobierno y el emporio paterno, se le suman esta semana una huelga de 48 horas de los docentes, una protesta callejera de la central sindical y la manifestación por el Día Internacional de la Mujer en el que se le recordará al mandatario que no cumple con las promesas en cuestiones de género.

Macri, cuya imagen cayó en las últimas semanas cinco puntos (un 45% de los argentinos todavía lo ponderan), inaugurará en la norteña provincia de Jujuy el ciclo lectivo 2017. Pero en rigor, la gran mayoría de los maestros no darán clase en medio de un duro pulso por cuestiones salariales. La huelga incluye manifestaciones frente al Congreso y el Ministerio de Educación.

El Gobierno ha decidido apostar fuerte ante el conflicto y resolvió enviar “voluntarios” a las escuelas para que sus puertas se mantengan abiertas. La campaña de voluntariado fue iniciada en las redes sociales por un exagente de inteligencia del Ejército durante la dictadura y cosechó miles de adhesiones. Además, las autoridades bonaerenses amenazaron con descontarles a los docentes de sus salarios los días que no trabajarán. “El Gobierno está gastando millones en una campaña de desprestigio que podría destinar a la educación”, dijo el líder de la protesta docente, el kirchnerista Roberto Baradel.

El martes, la Confederación General del Trabajo (CGT), acompañada por otras organizaciones sindicales y sociales y diversos sectores de la oposición, ocupará la ciudad de Buenos Aires para rechazar un plan económico que califican de neoliberal. El corazón de la protesta tiene también que ver con el tema salarial. El Gobierno ofrece subidas del 18% este año. Los sindicatos calculan que el 2017 cerrará con una inflación del 24%.

ESCENARIO ELECTORAL ANTICIPADO

“Es una marcha de características políticas”, aseguró el ministro de Producción, Francisco Cabrera. Su colega en la cartera de Trabajo, Jorge Triaca, también criticó la “metodología del reclamo y la movilización”. Triaca reconoció que “hay sectores que tienen dificultades”, pero pidió a la CGT no dejarse llevar “por un contexto que tiene que ver con lo político”. Tanto el ministro de Trabajo como Cabrera están convencidos de que la protesta forma parte de un escenario electoral anticipado. En octubre tendrán lugar las elecciones legislativas en las que Macri se juega su sueño de ser reelegido dos años más tarde.

La CGT amenazó a su vez con una huelga general. Uno de sus integrantes, el también diputado nacional Omar Plaini, aseguró que “se va a realizar indefectiblemente”.

Para Joaquín Morales Solá, columnista de La Nación, Macri enfrenta la “primera rebelión” sindical. A lo largo de un año de gestión, el Gobierno pudo contentar a los caciques de la CGT y estos contuvieron el malhumor de sus bases. Pero las presiones sociales los obligan a encabezar una medida de fuerza que no habrían querido convocar. Las largas vísperas electorales también inciden. “La CGT es el único elemento de unidad de un peronismo roto en mil pedazos”, recordó Morales Solá. Y el peronismo busca retornar al poder. El Gobierno confía en agitar el fantasma del kirchnerismo para polarizar las opiniones a su favor.