"Intenté en todo momento estar al servicio de todos. Quise escuchar todos los puntos de vista. Para elegir el mejor", dijo Mauricio Macri pocos días antes de abandonar la presidencia de Argentina, en diciembre pasado, al hacer un balance autoindulgente de su Gobierno. La política argentina es tan vertiginosa que, aun en plena pandemia, el verbo "escuchar" y el sustantivo "servicios", adquieren, medio año después, significaciones distintas. Tres jueces distintos investigan presuntas acciones de espionaje ilegal de dirigentes políticos opositores y hasta aliados muy cercanos, sindicalistas y centenas de periodistas, realizados por el servicio de inteligencia. Las investigaciones apuntan contra el ex jefe de Estado, quien había nombrado al frente de la Agencia Federal de Inteligencia a su amigo y exrepresentante de futbolistas, Gustavo Arribas.

Durante sus años como alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Macri tuvo que presentarse ante un juez por una causa de seguimiento del parapsicólogo Néstor Leonardo, por entonces pareja de su hermana Sandra. En aquella oportunidad, la responsabilidad por la intromisión en la vida privada del cuñado con habilidades paranormales recayó sobre el jefe del clan familiar, el magnate Franco Macri. Al mismo tiempo, resonaba el escándalo de las escuchas telefónicas a dirigentes de la comunidad judía. En esa causa estuvo procesado su jefe de policía, Jorge Palacios. Recién llegado al Ejecutivo Nacional, a finales del 2015, Macri fue desligado de un expediente que terminó en el cubo de la basura.

500 fichas de objetivos

Las investigaciones reflejan que el italiano Salvatore Pica, novio de su otra hermana Florencia, ha sido uno de los objetivos de los agentes de Arribas. No solo él. La nueva agencia de inteligencia acaba de entregar a la fiscal Paloma Ochoa unas 500 fichas de otras de las personas seguidas.

A su vez, el juez Federico Villena, investiga las relaciones de un grupo de espías, autodenominado Super Mario Bros, con la coordinadora de Documentación Presidencial, Susana Martinengo. Se presume que la banda le enviaba informes y audios sobre las actividades de la en ese momento expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y su entorno. Los Mario Bros llegaron a colocar micrófonos en las celdas que ocupaban kirchneristas detenidos en el marco de distintas causas. La banda se nutría de abogados, policías bonaerenses y hasta un supuesto narco conocido como Verdura.

Macri no tiene duda de que todo esto es una venganza política. "Estoy convencido de que él no tiene nada que ver", señaló el actual alcalde capitalino y su principal aliado político, Horacio Rodríguez Larreta, quien también habría sido blanco de los fisgones. "Que la justicia haga lo que tiene que hacer", dijo el presidente Alberto Fernández.