Emmanuel Macron sigue aprovechando el hueco que dejan otros mandatarios en horas bajas para afianzar su liderazgo internacional. Ocho meses después de llegar al Elíseo, el presidente francés realiza su primera visita de Estado a China con la intención de anudar una relación de confianza con su homólogo Xi Jinping y erigirse en el principal interlocutor europeo del gigante asiático.

Con el Reino Unido inmerso en pleno 'brexit' y Alemania atrapada en una compleja negociación para formar Gobierno, Francia está bien situada para asumir un mayor protagonismo ante la segunda potencia económica mundial. Macron quiere beneficiarse de ese contexto para fraguar una alianza estratégica con China y encarar los principales retos del planeta. La lucha contra el cambio climático y una relación comercial más equilibrada figuran entre las prioridades francesas.

"EUROPA HA VUELTO"

“He venido a deciros que Europa ha vuelto”, proclamó Macron este lunes, primera de las tres jornadas que durará su estancia en China, durante un discurso pronunciado en el palacio Daming de la ciudad de Xian, cuna de la civilización china famosa por su ejército de soldados de arcilla, y punto de partida de la antigua ruta de la seda.

Fiel a su gusto por los lugares cargados de simbolismo, el presidente francés eligió la tierra de la que es originaria la familia de Jinping para arrancar su visita. En su alocución agradeció el gesto de Pekín de mantenerse fiel al Acuerdo del Clima de París tras la retirada de Estados Unidos.

CAMBIO CLIMÁTICO

Sus palabras subrayaron el mensaje de que, con un Donald Trump cada vez más aislado en la escena internacional, que amenaza con apretar el botón nuclear contra Pyongyang y agita el espectro de una guerra comercial con Pekín, es un buen momento para impulsar las relaciones franco-chinas, empezando por la lucha contra el calentamiento global.

China es el principal emisor mundial de CO2 pero quiere convertirse en el alumno aventajado de la revolución verde que el presidente Jinping pretende poner en marcha con una inversión de 300 millones de euros en energías renovables de aquí al 2020.

Francia, por su parte, intenta que Pekín concrete sus proyectos a largo plazo y que sus empresas tengan abiertas las puertas del mercado chino. Entre otros motivos para reequilibrar la balanza comercial, hoy escorada hacia el gigante asiático con un déficit de 30.000 millones de euros.

FIRMA DE CONTRATOS

El presidente francés viaja acompañado de un nutrido grupo de empresarios franceses -entre ellos directivos de AccorHotels, LVMH, Safran, Dassault Systèmes y BNP Paribas-y este martes se han firmado unos cincuenta contratos en sectores clave como el aeronáutico, el nuclear civil y el digital. Además, Pekín levantará en seis meses el embargo a la carne bovina francesa impuesto en el 2001 tras la crisis de las ‘vacas locas’.

“La relación con China es estratégica. Hay que estructurarla en términos de propiedad intelectual, facilitar un mayor acceso al mercado chino, permitir la inversiones chinas en Francia y abrirse de manera recíproca”, ha resaltado Macron, quien, desde su acceso a la presidencia francesa, ha impulsado en la Unión Europea iniciativas para proteger a las empresas europeas del apetito chino.

La reunión de trabajo mantenida con Jinping en el Palacio del Pueblo, próximo a la plaza de Tiananmen, se ha saldado igualmente con un acuerdo cultural: la apertura de un Centro Pompidou de arte contemporáneo en Shanghai.

NUEVAS RUTAS DE LA SEDA

Si el desplazamiento de Macron a China reviste una gran importancia diplomática para Francia, la visita no es menos importante para el presidente Jinping. El francés es el primer dirigente europeo en reunirse con él tras haber reforzado su poder con un segundo mandato en el XIX Congreso del Partido Comunista Chino del pasado octubre.

Jinping espera el apoyo de Macron a su faraónico proyecto de las nuevas rutas de la seda, un amplio programa de equipamientos e infraestructuras para recuperar las históricas vías comerciales que pueden tener un gran impacto potencial en el equilibrio comercial y geopolítico.

Macron, que ha prometido viajar una vez al año al gigante asiático siguiendo los pasos de Angela Merkel, ha advertido que estas rutas tendrán que evitar situaciones de “vasallaje” en los países que atraviesan y mantener una relación de equilibrio.