Francia ha vuelto». El mantra predilecto de Emmanuel Macron para promover el pretendido regreso de Francia como actor indispensable en la escena internacional se puso de manifiesto ayer ante las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos, donde el presidente francés se atrevió a presentar una visión del mundo diametralmente opuesta a la defendida por Donald Trump.

En un discurso largo y puntuado por las numerosas ovaciones del hemiciclo, Macron clamó contra las guerras comerciales y el desdén hacia el cambio climático, advirtió sobre los peligros del nacionalismo y el aislacionismo, y defendió los derechos humanos y las instituciones internacionales. Sus palabras fueron una impugnación de lo que Trump representa, el mismo Trump con el que mantiene un idilio que ha convertido a Francia en el principal aliado europeo de la Casa Blanca.

Vestido con traje oscuro y corbata azul marino, Macron agradeció con las manos juntas sobre el pecho, como si fuese un monje budista, el recibimiento entusiasta que las dos cámaras le brindaron al entrar en lo que él mismo definió como el «santuario de la democracia».

Macron comenzó apelando a los valores compartidos entre los dos países, una historia que se remonta a los días de la independencia estadounidense, cuando Francia se convirtió en el principal aliado contra la descolonización del Reino Unido. Pero pronto quedó claro que su discurso iba a ser más que un trámite.

El antiguo banquero de inversión y exministro de Economía afirmó que «nuestros valores occidentales están en peligro», una situación que achacó al resurgir del autoritarismo, el auge de las nuevas potencias, la desigualdad creada por la globalización y las embestidas contra el planeta. «Vivimos en una época de cólera y miedo por las amenazas globales que enfrentamos», dijo durante la alocución que sirvió para cerrar su visita oficial de tres días a Washington. «Eso requiere más que nunca que EEUU se impliuqe porque su papel fue decisivo para crear y salvaguardar el mundo libre de hoy. EEUU inventó el multilateralismo y hoy debe ayudar a preservarlo y reinventarlo».

Relación privilegiada / Macron apenas mencionó a Trump, con el que ha trabado una relación de amistad privilegiada y con el que habla constantemente por teléfono, pero no dejó de aludir a las posiciones del líder estadounidense. En ese sentido dijo que el aislacionismo y el nacionalismo pueden parecer «un remedio tentador contra nuestros miedos», pero la única vía para preservar el orden internacional pasa por la cooperación y el multilateralismo. «No comparto la fascinación por las nuevas potencias fuertes, el abandono de la libertad y la ilusión del nacionalismo», afirmó.

El joven presidente francés, que ha tratado también de convencer a Trump para que prolongue las exenciones arancelarias a la Unión Europea, insistió en que las disputas comerciales deben resolverse en el marco de la Organización Mundial del Comercio. «Nosotros escribimos esas reglas y deberíamos seguirlas», «la guerra comercial no es la respuesta». En términos similares se expresó respecto a la decisión de Trump de abandonar el Acuerdo del Clima de París. «Al contaminar los océanos, ignorar las emisiones de CO2 y destruir la biodiversidad estamos matando nuestro planeta. Y seamos claros: no tenemos un planeta B», afirmó.

Macron fue fiel a los principios que le auparon a la presidencia francesa, antitéticos en muchos aspectos a los de su colega neoyorkino, pero se requerían ciertas agallas para desplegarlos con tanta claridad ante un Congreso de EEUU dominado por el Partido Republicano. El liberal francés también le dio voz a una Europa que no ha sabido hasta ahora cómo lidiar con Trump ni tampoco aprovechar su repliegue de los asuntos mundiales para recuperar protagonismo en la escena internacional. Él mismo se ha arrogado el papel de intermediario para resolver las disputas trasatlánticas, desde los aranceles, a la guerra siria pasando por el futuro del acuerdo nuclear con Irán.

Macron se ha comprometido a renegociar sus términos, como exige Trump para preservarlo más allá del 12 de mayo. Quiere que el nuevo pacto restrinja el programa de misiles balísticos iraní o sus actividades en Oriente Próximo, pero Macron también insistió en que Francia será fiel al acuerdo mientras no exista una alternativa. Y a modo de advertencia dijo que Occidente no debería «repetir el error» de iniciar una nueva guerra en Oriente Próximo, esta vez con Irán como diana.