A tan solo cinco días del inicio de la cumbre del G7 en Biarritz, Emmanuel Macron ondea la bandera de la 'realpolitik'. Vladimir Putin, excluido de la cita internacional desde la anexión ilegal de Crimea en el 2014, fue recibido por el presidente francés en el fuerte de Brégançon, su residencia veraniega en la Costa Azul. Un verdadero ejercicio de pragmatismo destinado, en palabras de su entorno, a establecer un diálogo franco y directo con un socio necesario.

Lejos de asuntos fútiles, las crisis en Libia, Siria, Irán y Ucrania vertebraron el encuentro. A pesar de las complicadas relaciones entre el Kremlin y las principales potencias occidentales, la influencia de Rusia en el panorama internacional es irrefutable. Vivimos un momento profundamente histórico de nuestro orden internacional -declaró el dirigente francés durante la conferencia de prensa organizada antes de la sesión de trabajo con su homólogo ruso-. Por lo que este intercambio es muy importante.

Un intercambio marcado por las diferencias que separan a ambos mandatarios, especialmente en dos cuestiones de vital importancia: Siria y Ucrania. Mientras para Macron, el cese el fuego decidido y acordado en Sochi para proteger la región siria de Idlib, objeto de recientes bombardeos que han dejado decenas de víctimas civiles, debe ser un imperativo, para Putin, el objetivo de Rusia, y de sus consiguientes acciones militares, no es otro que apoyar los esfuerzos del Ejército sirio para eliminar las amenazas terroristas en Idleb.

CUARTETO DE NORMANDÍA

En lo que respecta al dosier Ucraniano, la posición de Francia es clara: () Deseo que en las próximas horas, días y semanas consigamos encontrar una nueva dinámica, lanzó el presidente francés. Un deseo acompañado de una propuesta concreta: la celebración de una cumbre destinada a encontrar una solución que ponga fin a la crisis ucraniana.

El encuentro evocado por Macron se inscribiría en el formato del Cuarteto de Normandía, un grupo de trabajo y negociación integrado por Rusia, Francia, Alemania y Ucrania. Para Macron, las últimas iniciativas del nuevo mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, invitan a una desescalada del conflicto y a la búsqueda de una nueva dinámica de cooperación. Menos optimista, Putin reconoció la existencia de oportunidades dignas de discusión, evocando un optimismo prudente.

Tampoco podían faltar las referencias a la represión violenta de las manifestaciones que exigen al poder central que candidatos de la oposición puedan participar en las próximas elecciones locales de Moscú. Mientras Macron mencionó la necesidad de respetar la libertades democráticas, en especial tras la detención de más de 2.000 manifestantes en las últimas semanas, su homólogo ruso respondió sin tibiezas: no quiero una situación como la de los chalecos amarillos () los ciudadanos tienen derecho a manifestarse en paz y las autoridades deben velar por ello, pero los manifestantes no tienen derecho de infringir la ley, ni a enfrentarse a las fuerzas del orden () todos aquellos que son responsables de este desorden deberán asumir sus actos.

PRINCIPAL MEDIADOR

A pesar de sus diferencias, Macron, erigido como principal mediador entre Rusia y Europa, no parece dispuesto a renunciar a su idilio diplomático. Para el dirigente francés, no se puede pasar por alto la necesidad de reinventar una arquitectura de seguridad y de confianza, militando así por un acercamiento entre Moscú y la Unión Europea (EU), con el objetivo de lograr una recomposición del orden internacional.

Prueba de su plan de acercamiento entre sendas potencias, Macron no dudó en citar a grandes figuras de la cultura rusa como Dostoyevski o Catalina la Grande, antes de asegurar que, a sus ojos, Rusia es europea, profundamente. Por lo tanto, la recomposición del orden mundial pasaría por re-arrimar () a Rusia en Europa, porque creo que es su historia, su destino y nuestro interés, enfatizó Macron.

En este contexto, el presidente francés anunció que acudirá a Moscú el próximo mes de mayo para asistir a la celebración del 75 aniversario de la victoria rusa contra la Alemania nazi. Una verdadera declaración de intenciones dado que desde la anexión ilegal de Crimea, la presencia de las potencias occidentales en tales conmemoraciones brilla por su ausencia.