Para su primer desplazamiento a la 'banlieue' desde que llegó al Elíseo, Emmanuel Macron ha elegido un lugar simbólico. El presidente francés se desplazó este lunes a Clichy-sous-Bois, localidad de la periferia parisina donde el 27 de octubre del 2005 saltó la chispa de una revuelta que se extendió por todo el país tras la muerte de dos adolescentes, Zyed Benna y Bouna Traoré, cuando huían de la policía.

Macron se dio un baño de masas como si estuviera en campaña. En las dos horas que duró su paseo por las calles de Clichy se hizo selfies, estrechó manos y besó niños mientras los vecinos aplaudían detrás de las barreras de seguridad.

Hizo también algunas promesas en la línea continuista de su predecesor, François Hollande, y recordó las medidas anunciadas por el Gobierno para las 'banlieues', como la creación de una policía de proximidad, reducir el número de alumnos en aulas donde sean muchos los que tienen dificultades de aprendizaje o disposiciones concretas para luchar contra la discriminación. No hubo anuncios sorpresa ni Plan Marshall ni política específica para las 'banlieues.

El objetivo de la visita era la visita misma. Desde que en julio pasado el Ejecutivo anunció recortes en el presupuesto de la política municipal, una rebaja en las ayudas a la vivienda y la congelación de los empleos subvencionados, asociaciones y responsables locales esperaban a pie firme las explicaciones del presidente.

Igual que los habitantes de estos suburbios en los que, durante décadas, han ido fracasando una tras otra todas las políticas de integración y de los que sólo se habla cuando hay conflictos. Muchos ven en Macron a un presidente que solo se ocupa de los ricos. Dos de cada tres franceses tienen la sensación de que son los perdedores de sus reformas, según un sondeo de Viavoice publicado por ‘Libération’.

Para romper esa imagen, Macron ha dicho en Roubaix, cerca de Lille, donde este martes ha continuado su periplo periférico, que no sabe qué significa eso de “hacer una política para los ricos”.

“Solo que se que cuando no hay una economía que tira del país hacia adelante, cuando no hay emprendedores que triunfan, cuando no hay gente que reinvierte, los barrios con más dificultades no lo pasan bien”. El presidente ha defendido, en definitiva, el dinamismo económico para poder mantener una política social.

“No hay ciudadanos de segunda que tienen la exclusiva de una política social, hay en todo el país una sociedad que tiene que moverse para que pueda triunfar”, ha continuado.

Lucha contra la radicalización

Según Macron, es “inaceptable” que el 40% de los habitantes de los suburbios vivan bajo el umbral de la pobreza o sufran un paro casi tres veces superior al del resto del territorio. A lo que sí se ha comprometido es a invertir 10.000 millones de euros en programas de renovación urbana y a reforzar los servicios públicos dotando a estas zonas de más centros de salud, guarderías, bibliotecas o espacios deportivos.

El presidente ha anunciado, igualmente, una quincena de planes de lucha contra la radicalización a partir del próximo año. “No confundiré jamás esos miles de radicales con los millones de habitantes de los barrios populares pero en muchos de estos territorios, la radicalización afecta a nuestros jóvenes y eso nos debe llevar a hacernos preguntas”, ha señalado. “Esta radicalización se ha instalado porque la República ha dimitido”.