Nueva matanza de inocentes en Estados Unidos, un país que parece condenado a sufrirlas eternamente mientras la laxa interpretación que se ha dado a la Segunda Enmienda siga amparando el derecho de la ciudadanía a estar armada. Esta vez ha sido en una pequeña iglesia baptista de Sutherland Springs, un pueblo diminuto a 50 kilómetros de la ciudad tejana de San Antonio. El tiroteo se produjo durante la celebración de la misa del domingo y, según las primeras informaciones policiales, habría dejado más de 20 muertos y al menos una docena de heridos, lo que supone a una de las mayores masacres en la historia reciente del país. Por el momento, casi nada se sabe del asaltante, que murió durante una persecución posterior con la policía.

Según un concejal del condado de Wilson, al que pertenece el pueblo, un individuo entró aparentemente en la iglesia durante el servicio y se puso a disparar a diestro y siniestro. Más tarde salió por su propio pie y huyó del lugar de la masacre hasta que la policía le dio caza.

SEGUNDA MASACRE / Esta es la segunda masacre de grandes dimensiones que se produce desde que Trump es presidente. La anterior acaeció a principios del mes pasado en Las Vegas, cuando un jubilado aficionado al juego se parapetó en una habitación del hotel Mandalay Bay y disparó contra las miles de personas que asistían a un concierto de música, matando a 58 e hiriendo a 546. Para encontrar otro tiroteo con múltiples víctimas en una iglesia hay que retrotraerse al verano del 2015. Un veinteañero ultraderechista que quería poner en marcha una «guerra racial» mató a ocho feligreses negros, además del párroco, de una iglesia metodista episcopal de Charleston (Carolina del Sur).

Trump se encuentra de gira por Asia, pero a través de Twitter expresó sus condolencias por lo sucedido. «Que Dios esté con la gente de Sutherland Springs», escribió. «Estoy monitoreando la situación desde Japón».

La respuesta del presidente la emularon con palabras muy similares otros responsables políticos, todos republicanos. El gobernador de Tejas, Gregg Abbot: «Nuestras oraciones están con todos los que han sufrido este acto malvado». O el fiscal general tejano, Ken Paxton: «Los pensamientos y oraciones de todos los tejanos están con la gente de Sutherland Springs».