El conflicto venezolano tuvo ayer su capítulo de masas en las calles y cada facción no dejó de augurar estremecimientos mayores. Nicolás Maduro propuso a la oposición adelantar las elecciones legislativas, previstas para el 2020, como camino para una salida negociada a la crisis. Una propuesta que la oposición ya rechazó en su día. Minutos antes, Juan Guaidó, la principal autoridad legislativa y a quien EEUU y otros países han reconocido como «presidente interino», había anunciado la formación de «una coalición mundial» encargada de entrar por las fronteras ayuda humanitaria. «Ya tenemos tres puntos de almacenamiento. En Cúcuta, Colombia, estará el primer centro. Habrá dos más. Uno en Brasil y el otro en una isla del Caribe».

Horas antes de vencer este domingo el ultimátum de algunos países europeos para que Maduro convoque elecciones presidenciales, entre ellos España, Washington empezó a enviar alimentos y medicinas a esas zonas limítrofes donde la oposición supone que se quebrará el frente castrense. «En los próximos días, soldados de la patria, empieza el acopio destinado a la población más vulnerable», dijo Guaidó a sus seguidores. El destino de su mensaje no se limitó al barrio acomodado de Las Mercedes, donde se concentraron sus partidarios. Iba más allá y tenía como objetivo los cuarteles. «Ustedes, soldados, capitanes, mayores, tendrán en sus manos la decisión» de facilitar el ingreso en territorio venezolana de la de la ayuda.

Para la oposición lograr sacar a la calle a más gente que el oficialismo ha sido una demostración de fuerza. El aval externo es otro componente de enorme peso. Pero el factor determinante sigue siendo el militar. Por eso, Guaidó repitió el llamamiento a los uniformados. «No solamente estamos diciendo que respeten la Constitución, ordenamos que no disparen a los manifestantes, les estamos diciendo que tienen un papel que desempeñar en la reconstruccións». El tema militar fue recurrente en su discurso. «¿Vieron el vídeo?», preguntó en referencia al mensaje que se ha hecho viral en las redes del general de la Aviación, Francisco Estéban Yánez Rodríguez, en el que califica de «dictador» a Maduro y manifiesta su lealtad a Guaidó. «Dignamente me pongo a sus órdenes», dice el militar. «El 90% de las Fuerzas Armadas no están con el dictador», continua Yánez.

La imagen del general fue la comidilla de los manifestantes. Muchos debieron creer que es el inicio de una ola de deserciones. Sin embargo, en la avenida Bolívar, donde se dieron cita los chavistas, el «presidente debidamente juramentado», como define Maduro a sí mismo, descartó la posibilidad de una ruptura del frente militar. No obstante, volvió a reclamar «lealtad» absoluta.

La oposición supone que, más allá de las declaraciones de fidelidad, la fisura del partido del Gobierno será inevitable con el paso de los días. «Buscamos estrechar todas las manos. Bienvenido todo funcionario civil o militar», dijo Guaidó sobre la diputada chavista Arkiely Perfecto, quien acaba de cambiar de filas. Guaidó es, a estas alturas una realidad inequívoca de la situación venezolana. Tiene respaldo en la calle, de la Administración Trump y de otros 45 países. Espera aún más adhesiones. «Han dicho que esto es un bloqueo, que puede generar hambre ¿Hoy no hay hambre? ¿No nos falta el gas? El peor bloqueo es el usurpador de Miraflores y del que nos vamos a emancipar», señaló a sus seguidores. «¿Vamos a seguir en las calles?», preguntó Guaidó. La multitud no dudó en gritar que sí. Antes de finalizar, les tomó juramento. Todos prometieron lograr «el cese de la usurpación«, poner en marcha «el Gobierno de transición y las elecciones libres»

Maduro, por su lado, recurrió a la misma ceremonia con los suyos y los que hizo repetir como si fueran escolares que deben «defender la patria, la unión cívico militar y la revolución bolivariana», y ser custodios de los ancestros rebeldes y la figura tutelar de Hugo Chávez.

Los tambores de guerra redoblaron en la avenida Bolívar aunque ahí se festejaba los 20 años del chavismo en el poder. La posibilidad de un desenlace armado de la crisis estuvo latente en el discurso de Maduro. «Aquellos que llamaron a una intervención deben ser tratados como enemigos de la patria. No debemos tener quinta columna». Para Maduro, la batalla que se viene en Venezuela es mundial porque se trata del epicentro de la primera revolución socialista del siglo XXI y «los oligarcas» temen que se propague. Rusia le apoya.

Maduro se propone fortalecer «el poder militar» y convertir a los milicianos voluntarios en soldados activos. «No queremos un nuevo Vietnam. Le pido al pueblo estadounidense: detengan la locura de Trump». Ante cada golpe económico, como la congelación de los activos petroleros, prometió «un contragolpe demoledor». Pero el «presidente obrero» no parece tener muchas opciones.