El escándalo de la apropiación y el uso ilícito de los datos de al menos 50 millones de usuarios de Facebook ha disparado la presión política, social y económica sobre la compañía de Mark Zuckerberg. A la vez, ha permitido intensificar el análisis detallado de Cambridge Analytica, una empresa de asesoría política y análisis de datos vinculada a la campaña de Donald Trump pero también al referéndum del brexit y a Rusia. Y en ese análisis hay dos nombres clave, el milmillonario megadonante republicano Robert Mercer y Steve Bannon, el líder de la derecha radical y antiguo jefe de campaña y principal estratega de la Casa Blanca. Los dos han sido impulsores y soportes económicos e ideológicos de un esfuerzo que ha buscado alterar y ha puesto en jaque las reglas de la democracia, no solo en Estados Unidos.

Fue en el 2013 cuando Bannon, que iba a abrir en el Reino Unido una rama del portal web ultraconservador Breitbart para apoyar al eurófobo UKIP y a Nigel Farage, un amigo personal de Robert Mercer, se encontró por primera vez en Londres con Alexander Nix, directivo entonces en SCL Group, otra empresa de relaciones públicas y asesoría política que presumía de poder conseguir objetivos gracias a una combinación de análisis de datos con nociones psicológicas. También entonces Bannon conoció a Chris Wylie, el joven informático canadiense que trabajaba para SCL y que ahora ha ayudado a The Guardian y The New York Times a revelar el escándalo.

La inversión de Mercer / Ese mismo otoño Bannon, Wylie y Nix tuvieron una reunión en Nueva York con Mercer y su hija Rebekah. Y Mercer, experto en ciencias de computación y pionero en la inteligencia artificia decidió invertir 15 millones de dólares para crear Cambridge Analytica. Mercer también adquirió la propiedad intelectual de AggregateIQ, otra firma canadiense que trabaja con big data.

En el 2014, según ha contado Wylie, Bannon y Rebekah Mercer participaron en llamadas en las que se habló de recopilar datos de Facebook. También según Wylie, Bannon aprobó personalmente gastar un millón de dólares en esos datos. Armados de lo que han bautizado como «perfiles psicográficos», empezó en EEUU el trabajo para intentar volver realidad el sueño nacionalista y racista de Bannon: influir y modular a votantes blancos, que identificaban como desencantados y a los que probaban con ideas como la construcción de un muro con México o con mensajes como «drenar la ciénaga de Washington».

En la campaña para las presidenciales, Cambridge Analytica y los Mercer, trabajaron para Ted Cruz pero cuando su candidatura se hundió pasaron a apoyar a Trump. En agosto del 2016 Bannon, que había sido vicepresidente y secretario de Cambridge Analytica desde junio del 2014, se convirtió en jefe de campaña del magnate republicano. Y el yerno de Trump, Jared Kushner, que había fichado a Brad Parscale como jefe de operaciones digitales de la campaña, selló la contratación de los servicios de Cambridge Analytica.

‘Brexit’ y Rusia / Más de un año antes de la elección de Trump, Bannon y Mercer habían dejado también su huella en el referéndum del brexit. Según reveló el año pasado la reportera de The Guardian/The Observer Carole Cadwalladr, tanto Cambridge Analytica como AggregateIQ (la firma canadiense vinculada a Mercer) habían trabajado para las campañas para abandonar la Unión Europea.