La Liga, el partido del ultraderechista Matteo Salvini, confió en poder conquistar en las urnas la región norteña de Emilia Romaña, un histórico bastión de la izquierda italiana, para luego lanzarse al asalto del Gobierno de Roma. Pero no lo ha conseguido. De nada sirvió su esprint final y sus estratagemas para sembrar miedo y polarización entre el electorado. El progresista Partido Demócrata (PD) se hizo con la victoria en las elecciones de este domingo en esta región del norte del Italia.

La coalición de centroizquierda, en la que pariticipaba el PD, sacó ocho puntos a la coalición de derecha y de extrema derecha, capitaneada por la Liga.

Se disipa así el escenario que ha tenido a Italia en vilo y a Europa atenta a la tormenta que se podría haber desatado si hubiera vencido el partido de Salvini. La victoria del PD ha dado al partido de centroizquierda un inesperado soplo de aire fresco que apuntala aún más su posición en el seno del Ejecutivo, creado en agosto pasado junto el Movimiento 5 Estrellas (M5S).

«Es la victoria de una estrategia política: con un partido unido pero no sectario», resumió Nicola Zingaretti, actual líder del PD, al confirmar su apoyo a la coalición que sostiene el Gobierno del primer ministro, Giuseppe Conte. «Debemos apostar por el PD sin arrogancia, cerrazón o sectarismo, abiertamente, porque la unidad hace más creíble nuestra propuesta política», añadió el líder progresista, sorprendido también por el resultado. Hace pocas semanas Zingaretti barajaba la posibilidad de cambiar el nombre al PD para dar un nuevo vigor al partido.

Varios factores han hecho posible la victoria progresista, sostienen los analistas. Uno de ellos es el efecto de Las Sardinas, el movimiento ciudadano que, en plena campaña electoral, organizó centenares de protestas contra el discurso xenófobo de Salvini, reactivando a jóvenes y a la izquierda radical. Otro, como ha señalado el Instituto Cattaneo, es el masivo trasvase de votos que ha captado el PD procedentes del M5S, que apenas ha logrado 3,48% de los votos.

Pero el factor esencial ha sido el deseo del electorado de no perder el bienestar que, por muy deslucido que resulte, la izquierda representa en esta región. Emilia Romaña tiene una tasa de paro que no supera el 6% y uno de los PIB per cápita más altos de Italia. La participación estos comicios ha sido del 67%, casi el doble del 37% de las elecciones del 2014, lo que da cuenta de la importancia y el interés que ha despertado los comicios.

ÚNICA SORPRESA / No fue la única sorpresa. También revelador es lo que un estudio exprés de la Universidad Luiss de Roma ha dejado entrever: que obreros, estudiantes y parados votaron mayormente al PD -formación heredera del Partido Comunista italiano, hondamente arraigado en Emilia Romaña en el siglo pasado-, mientras que empresarios, amas de casa, autónomos y jubilados lo hicieron a favor de la Liga. Una división en bloques que se pensaba superada. «Después de 74 años sigue vigente lo que (el dirigente comunista, Palmiro) Togliatti decía en 1946. Emilia, la roja, sigue existiendo», subrayó el periodista Massimo Giannini.

Incluso la política del dolor fracasó. Los ciudadanos castigaron a Salvini en Bibbiano, el pueblo golpeado por un caso de adopciones ilegales que la Liga usó para atacar al PD, y en Pilastro, un barrio desfavorecido de Bolonia. Allí donde la semana pasada el líder ultraderechista llamó a la puerta de una casa donde reside una familia italo-tunecina y acusó -sin pruebas- al hijo adolescente de traficar con drogas.

Stefano Bonaccini, gobernador de Emilia Romaña, lo explicó de esta manera: «existe una política que no es vulgar y que no incita a la rabia y al rencor, sino que es más equilibrada y moderada». «Esta tierra libre y grande decretó la primera verdadera derrota de Salvini», añadió.

Los mercados festejaron. La prima de riesgo italiana se desplomó 15 puntos, y la bolsa de Milán tuvo un descenso más moderado que otras plazas europeas. H.