Mauricio Macri mide hoy la consistencia de sus sueños de ser reelegido presidente de los argentinos. Las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) funcionan como una suerte de tomografía de las intenciones de voto de cara a los comicios generales del 27 de octubre. El grado de polarización y encono que habita en la sociedad es tan profundo que las terceras opciones han quedado descartadas. La pelea de Macri es con el binomio que forman Alberto Fernández y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner: MM contra FF. Las encuestas ubican al peronismo reunificado como ganador de las PASO. Macri sabrá esta noche si sus deseos de permanencia se terminan en la primera vuelta o se celebra una segunda vuelta el 17 de noviembre en el que reverdecerán sus opciones de triunfo.

La lucha por el voto se ha vuelto más inmaterial y costosa que nunca en la campaña. Fernández de Kichner hizo proselitismo editorial: cada multitudinaria presentación de su libro Sinceramente se convirtió a la vez en un mitin electoral. Por lo demás, las tribunas y las grandes movilizaciones cedieron su lugar a las redes sociales y las páginas de internet. La iracundia y el agravio, las promesas de redención y las noticias falsas inundaron las pantallas.

GRAN CAMPAÑA / Macri prevaleció en el mundo virtual. El Gobierno ha destinado un gran presupuesto a sus publicidades en las que ruega no volver a un pasado que, sugiere, ha sido ominoso. Ha superado en seis meses más de los 50 millones de dólares que se gastaron en comunicación oficial a lo largo del 2018.

Más allá de las apelaciones, el macrismo sabe que enfrenta las PASO en medio de un panorama económico sombrío: el precio del dólar volvió a dispararse a pesar de los esfuerzos de contener la devaluación con los recursos prestados por el FMI y unas tasas de interés bancarias exorbitantes del 63%.

La consigna No volvamos al pasado también atiborra la ciudad. El kirchnerismo debió comprometerse en una sutil operación de borrado al sacar de centenares de carteles la letra p. Lo que se lee entonces es «asado», una de las comidas preferidas de una sociedad ante todo carnívora y que ha reducido de manera sensible el consumo de los productos vacunos. En los hechos, millones de personas no pueden «volver» al asado porque el salario real se ha derrumbado un 15%. El 49% de la población económicamente activa tiene trabajos precarios o informales. Los pensionistas perdieron el 23% de su capacidad de compra respecto del 2015. Se ha pasado de ingerir 217 litros de leche a 133.

AZOTE DE LA POBREZA / Macri realizó su primera campaña proselitista con el lema de Pobreza Cero. En el 2017, pidió a la sociedad que lo evalúe por su «capacidad» para desterrar el flagelo. En el primer semestre del 2018, un 27,3% de los argentinos se encontraba en esa condición. En marzo de este año ya eran un 34,1% y la indigencia, un 7,1%. El 49,6% de los niños que viven en zonas urbanas son pobres y 11,3% son indigentes. La Secretaría de Trabajo ha informado de que se pierden 186 puestos por día en las industrias. En cuatro años han cerrado 19.131 empresas, lo que representa una retracción del 3,4% respecto a los registros del fisco del 2015.

A pesar de todos los infortunios, el macrismo no da por perdida la reelección. El resultado de las PASO estará en gran parte determinado por lo que suceda en la provincia de Buenos Aires, que concentra el 40% del padrón electoral. La carismática gobernadora María Eugenia Vidal se enfrenta con Axel Kicilof: el exministro de Economía de Kirchner la aventaja en los sondeos pero ella cree que puede cambiar la tendencia. El Gobierno apuesta a las emociones profundas e incluso irracionales de una parte de los electores. «Dios quiere hacer una alianza con nosotros», aseguró la diputada Elisa Carrió, una de las figuras más votadas del macrismo. La legisladora tachó al kirchnerismo de nazi por augurar el desastre si la derecha se mantiene en el Gobierno. «Así hacía Hitler. Agarraba a la gente cansada y repetía todos los días lo mismo».

Macri y su principal gurú, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, están convencidos de que el antiperonismo es una fuerza visceral más poderosa que los desencantos con la actual gestión.