Para Theresa May ha llegado el momento decisivo. El D-Day. D de detalle. El día en que la primera ministra británica debe ofrecer los pormenores de la propuesta británica para el futuro de las relaciones del Reino Unido con la Unión Europea (UE) tras el brexit. El discurso que hoy pronunciará sobre las negociaciones con la UE debería incluir su plan para evitar una frontera física en Irlanda del Norte. ¿Pero lo tiene?

Ayer se lo preguntó cara a cara el presidente del Consejo de la UE, Donald Tusk, durante un almuerzo en Downing Street, la residencia londinense de la premier británica. Horas antes May había rechazado la propuesta de la Comisión de crear una zona reguladora común. Dicho de otro modo, dejar a Irlanda del Norte dentro de la unión aduanera. «Eso amenazaría la integridad constitucional del país», fue su respuesta. «Le voy a preguntar en Londres si el Gobierno británico tiene una mejor idea y más efectiva para evitar una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte», había declarado Tusk en Bruselas, antes de poner rumbo a la capital británica. La reunión con May fue «un debate abierto y honesto, en un buen ambiente sobre las verdaderas dificultades políticas que tenemos por delante», según el comunicado oficial de la UE.

Segundo referéndum / El tono entre Londres y Bruselas se ha endurecido en los últimos días. La presión sobre May para que defina lo que quiere del brexit es insostenible y quienes le apuntan con el dedo en el gatillo lo hacen desde todos los ángulos. Los brexiters, los conservadores deseosos de romper con Europa, están furiosos con la propuesta de la Comisión.

Los remainers, aquellos ciudadanos británicos que están a favor de la permanencia, han vuelto a la carga. En cuestión de horas dos exprimeros ministros, el laborista Tony Blair y el conservador John Major, han abominado del brexit.

Major ha pedido «un segundo referéndum» y a su partido que anteponga «el interés del país al suyo propio». Para Blair, que ayer pronunció un discurso en Bruselas, el problema es que May «piensa que es posible que los europeos le den acceso a los mercados de Europa sin las mismas obligaciones que el resto de Europa tiene en el mercado único. Eso no es posible. No es una cuestión de negociar dura o blandamente. Es que literalmente no va a ocurrir». Blair pidió a la UE que reforme su política de inmigración para que el Reino Unido dé marcha atrás.

Dilema histórico / Major y Blair fueron dos de los arquitectos del Acuerdo de Viernes Santo, que en abril cumplirá 20 años. Un pacto que acabó con 30 años de terror y «ahora se quiere sacrificar en el altar del brexit», según Blair. La posición de los dos principales partidos norirlandeses es cuando menos compleja. El 56% de los votantes en la provincia se pronunciaron a favor de permanecer en la UE. Sin embargo, el Partido Unionista Democrático (DUP), la principal fuerza política, apoyaba el brexit. El DUP reniega de la unión aduanera para el Reino Unido y de un sistema regulatorio para Irlanda del Norte diferente al resto del país. Al mismo tiempo, rechaza el retorno de la frontera física entre el norte y el sur.

Al Sinn Féin, a favor de la permanencia, se le presenta un dilema histórico. Ausentes desde siempre del Parlamento de Westminster, ahora se pide a sus seis diputados elegidos en las últimas elecciones generales que olviden su política de abstención, tomen posesión de los escaños y ayuden a derrotar el brexit. May, en minoría, depende de los 10 votos del DUP, pero con el partido laborista apoyando ahora la unión aduanera, unos pocos conservadores rebeldes pueden inclinar la balanza.