El acuerdo del Reino Unido sobre el brexit no pasará la prueba en el Parlamento británico. La propia primera ministra, Theresa May, fue incapaz de confirmar ayer su fe en la victoria. Sentenciado de antemano el pacto, la pregunta ya no es desde el fin de semana si será o no aprobado. La última y desesperada maniobra de May consiste en tratar de limitar el daño y rebajar en lo posible la amplitud de una derrota, que se da como segura. Si el acuerdo es rechazado, «creo que lo más probable es que se produzca una parálisis en el Parlamento, con el riesgo de que no haya brexit», advirtió May, tratando de convencer al centenar de conservadores rebeldes que se calcula votarán en contra. «Echen un segundo vistazo al acuerdo», les pidió.

Lejos de conseguir imponer su autoridad, justo en la víspera de la votación, uno de los responsables de mantener precisamente la disciplina de voto entre los parlamentarios se unió a los sublevados. En su carta de renuncia como Tory Wip, Gareth Johnson explicó que cesaba por estar en contra del acuerdo. «Es hora de colocar la lealtad a mi país por encima de la lealtad al Gobierno».

Con él son 13 los miembros del Ejecutivo de May que lo han dejado a causa del brexit y la lista puede aumentar aún más. La primera ministra tenía previsto entrevistarse con los diputados del llamado Comité 1922, el nido de los rebeldes que intentó derrocarla como líder con una moción en diciembre, sin conseguirlo.

En los dos discursos pronunciados ayer, el primero en una fábrica de Stoke-on-Trent, en el norte de Inglaterra y el segundo en la Cámara de los Comunes, May recordó la «obligación» de los parlamentarios de cumplir el resultado del referéndum. Evitar que el Reino Unido salga de la UE haría «un daño catastrófico» a la confianza de los ciudadanos en la clase política y sería «una subversión de la democracia». También alertó del peligro para la unidad nacional de una salida sin acuerdo, «en manos de los que hacen campaña por la independencia de Escocia», o los que persiguen la unificación de Irlanda.

May rechazó una extensión del Artículo 50 y la convocatoria de un segundo referéndum, pero hubo de admitir que las aclaraciones recibidas en una carta conjunta del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, sobre la salvaguarda en Irlanda del Norte, no van lo suficientemente lejos y no convencerán a los diputados. Los Veintisiete han rechazado su petición de poner una fecha fija al fin de la polémica salvaguarda.

En lugar de tranquilizarles, la carta, afirmó el líder de los unionistas en el Parlamento, Nigel Dodds, ha exacerbado sus temores. «No hay vinculación legal», como May prometió en diciembre. «Nada ha cambiado en el acuerdo de salida. Irlanda del Norte quedaría sometida a las leyes de la EU, sin representación en Bruselas. Dependeríamos del Gobierno de Dublín para que hablara por nosotros». Según Dodds, «en lugar de cartas sin sentido, la primera ministra debe pedir ahora por cambios en el acuerdo de retirada».

OTRO PACTO / Los 10 diputados del Partido Unionista Democrático permiten gobernar a los conservadores. May «se enfrenta a una humillante derrota» y está echándole la culpa a todo el mundo, menos a ella, declaró el líder de la oposición, Jeremy Corbyn. El jefe de los laboristas propone como alternativa un nuevo y amplio acuerdo con la unión aduanera, una relación fuerte con el mercado único, pero evita un segundo referéndum. «Si el acuerdo es rechazado», señaló Corbyn, «ha llegado la hora de una elección general y un nuevo Gobierno».

Este martes y justo antes de la votación final, la primera ministra tiene previsto hacer un último llamamiento a los diputados, cerrando así el debate de cinco días sobre el pacto, para intentar evitar que la escala de la derrota no supere los 100 votos. En circunstancias normales eso supondría su dimisión inmediata. Pero no corren tiempos normales en la política británica. Quizás May pueda volver a Bruselas para tratar de mejorar los términos del acuerdo. Tiene hasta el próximo lunes para presentar su plan B.