Theresa May anunció ayer su dimisión después de casi tres años como primera ministra del Reino Unido. May había perdido la confianza de los suyos, en el curso de un mandato que acaba con un gran fracaso, sin haber conseguido la ratificación del acuerdo del brexit, que era su único objetivo. «Lamento y siempre lamentaré no haber podido completar el brexit» afirmó en su discurso de despedida. «Será mi sucesor el que deba buscar el camino para hacer honor al resultado del referéndum», agregó la dirigente.

Su salida aumenta las posibilidades de que el Reino Unido deje la Unión Europea sin pacto alguno. Desde Suiza, el mejor colocado para sucederla, Boris Johnson, volvió a confirmar su candidatura y afirmó que el Reino Unido «dejará la Unión Europea el 31 de octubre, haya o no acuerdo». «La mejor manera de obtener un buen acuerdo es preparase para que no lo haya», aseveró el veterano político.

Minutos después de las diez de la mañana se abrió la puerta de la residencia oficial de Downing Street y llegó la esperada declaración de renuncia, que terminó entre lágrimas, de la mujer que nunca antes había dejado mostrar sus emociones en público. «Hoy anuncio que voy a dimitir como líder del Partido Conservador y Unionista el viernes, 7 de junio, para se pueda elegir un sucesor. He acordado con el presidente del partido y con el presidente del Comité 1922, que el proceso para elegir un nuevo líder debe comenzar la siguiente semana. He mantenido informada a Su Majestad la reina de mis intenciones y continuaré sirviendo como su primera ministra hasta que el proceso haya concluido», expuso la premier.

De acuerdo con este calendario, la elección de un nuevo líder comenzará el próximo 10 de junio y debería durar en torno a seis u ocho semanas. El Reino Unido no tendrá, pues, nuevo primer ministro hasta, al menos, mediados de julio. Pero la lucha ya ha comenzado. Inmediatamente después de que May concluyera su alocución, los aspirantes a sucederla ya comenzaron a confirmar sus candidaturas. Junto a Johnson, lo hicieron entre otros el exministro para el brexit, Dominic Raab, el actual titular de Exteriores, Jeremy Hunt, y el de Medio Ambiente, Michael Gove.

ESTALLIDO / May anunció su decisión después de reunirse con el presidente del Comité 1922, Graham Brady, que representa a los diputados conservadores sin cargo en el Gobierno. Estos habían exigido su renuncia inmediata, bajo la amenaza de presentar una moción de confianza contra ella, si se negaba a hacerlo. Las últimas modificaciones a la ley del brexit, que May presentó hace unos días, provocaron el estallido final de los conservadores.

May había sobrepasado una línea infranqueable al dejar abierta la posibilidad de un segundo referéndum sobre Europa. Esta vez la rebelión no se limitaba a los euroescépticos radicales habituales. Ningún futuro candidato al liderazgo iba a aceptar un proyecto de ley que fuera la vía a una segunda consulta. El jueves, dos ministros pretendientes a sucederla, Hunt y el titular de Interior Sajid Javid, le dejaron claro que la propuesta no tenía la menor posibilidad de ser aprobada.

May fue elegida primera ministra tras el resultado sorpresa del referéndum del 2016, en favor de la salida de Europa. Eso ha condicionado por completo su papel, que ha estado dedicado exclusivamente a gestionar el brexit. Tres años de lucha, sin éxito, tras un cúmulo de errores en los que no supo frenar al sector más eurófobo de los tories.

El abandono de May deja un sabor amargo entre los dirigentes europeos. Pese a su incapacidad para gestionar el brexit y la exasperación que ha causado en algunos momentos entre el resto de líderes europeos, May se ha ganado el respeto de sus colegas por su tenacidad y determinación ante al motín continuo en el que ha vivido la política británica estos tres años.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, recibió la noticia «sin ninguna alegría». Al democristiano luxemburgués, ha dicho su portavoz Mina Andreeva, le ha gustado trabajar con May, «una mujer con gran coraje por la que tiene un gran respeto», aunque seguirá respetando y trabajará «con cualquier nuevo primer ministro, sea quien sea». Y lo mismo han destacado de ella el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, o el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, uno de los protagonistas por la necesidad de hallar una solución para la frontera de Irlanda.

La dimisión abre muchas incógnitas, sobre todo si el sucesor es el euroescéptico Boris Johnson, profundamente contrario al acuerdo negociado, u otro político de la línea dura. Sin embargo, el punto de partida no cambia. El acuerdo sobre la mesa es que se cerró tras dos años y medio de negociaciones y la UE no va a renegociar ni una coma, como ya reiteró el jueves el portavoz de Juncker, Margaritis Schinas.