Desde una recreación del gueto de Varsovia a una maqueta del campo de concentración de Auschwitz pasando por las fotos de algunos de los supervivientes sacadas por los aliados durante la liberación. Todo esto forma del contenido del Museo del Holocausto -Yad Vashem-, el mayor memorial del mundo destinado a recordar el exterminio de más de seis millones de judíos.

Contruido en el año 1953 en el corazón de un bosque de Jerusalén, el museo recibe la visita anual de un millón de visitantes. «Investigadores e historiadores de todo el mundo vienen a conocer los detalles del genocidio así como profesores y alumnos», explica la portavoz de la institución, Iris Rosenberg. El museo, de entrada libre, ofrece un recorrido al visitante que, a base de fotografías, imágenes y objetos de época, puede conocer los detalles del auge del nazismo en los años 30 hasta la liberación de los campos de concentración en 1945. La visita se termina con la salida a una gran explanada que pretende dar una sensación de libertad tras un recorrido que puede resultar angustioso.

Desde el año 1963, el museo del Holocausto pretende demostrar la gratitud del Estado de Israel a quienes salvaron a los judíos de los nazis a riesgo de perder sus propias vidas. Estos héroes, descritos como «Justos entre las naciones», y sus nombres, más de 40.000 en el 2019, están inscritos en paredes de piedra en el bosque contiguo al monumento.

Otra de las misiones del memorial es la recopilación de todos los nombres de las víctimas del exterminio. En la sala de los nombres están expuestos, bajo una gran cúpula, libros que contienen las identidades de millones de víctimas. En el parque, velas se alinean en una cueva en homenaje a los niños judíos asesinados.