La cancillera alemana Angela Merkel ha lanzado este martes la campaña para las legislativas del año que viene en las que aspira a un cuarto mandato con un endurecimiento de su discuso hacia la inmigración. Las bases de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) reunidas en Essen desde el lunes han ratificado a la líder conservadora como presidenta de la formación y como candidata la cancillería con un abrumador 89,5% de los votos. En un guiño a los sectores más críticos de su partido, Merkel ha dicho que "no debe repetirse una situación como la del verano del 2015”, recordando la llegada de hasta 890.000 personas a Alemania que huían de conflictos en Oriente Próximo y África.

Merkel ha buscado el apoyo de la audiencia endureciendo el tono con la política migratoria que ella misma ha impulsado y defendido en reiteradas ocasiones. “No todos los que han venido podrán quedarse”, ha asegurado, refiriéndose a la voluntad de su gobierno de no acoger a exiliados afganos. La crisis de los refugiados ha dividido al partido y ha hecho florecer muchas voces críticas, especialmente entre los socialcristianos de Baviera (CSU), su partido hermano, quienes piden establecer una cifra límite de acogida. Ahora, Merkel les ha pedido unidad y “ayuda”. Para ello, ha rebajado su tradicional tono frío y pragmático y se ha mostrado más expresiva y pasional.

PROHIBICIÓN DEL BURKA

Merkel ha defendido que debe prohibirse el uso del burka “allí donde sea legal”, alegando que “hay que mostrar la cara”. Así, la líder rectifica sus anteriores posiciones más conciliadoras y crítica abiertamente por primera vez el uso de esta prenda religiosa. “Desde mi punto de vista una mujer completamente cubierta prácticamente no tiene oportunidad de integrarse en Alemania”, ha confesado. Con esas palabras, que han arrancado un fuerte aplauso entre los 1001 correligionarios presentes en Essen, la mujer más poderosa del mundo pretende recabar apoyos y alzarse como una voz de consenso unitaria en las que ha asegurado que serán las elecciones más difíciles “desde la reunificación de Alemania”.

La cancillera ha reiterado que el 2015 fue un año “complicado” y sobre el 2016 ha cargado indirectamente contra el auge de un nacionalismo de corte racista que ha triunfado en Estados Unidos y el Reino Unido, que amenaza con imponerse en la vecina Francia y que en Alemania va de la mano de Alternativa por Alemania (AfD). En ese sentido ha criticado de nuevo el papel de Rusia en Siria en los ataques a Alepo y ha asegurado sentir “vergüenza” de no haber proveído ayuda a las víctimas. “Algo está mal si hay grandes demostraciones contra el TTIP pero no contra el bombardeo a civiles en Alepo”, ha lamentado.

APOYO AL LIBRE MERCADO

Otro de los temas remarcados con ímpetu por la cancillera ha sido la globalización, cuyo impacto se siente más en los ciudadanos más vulnerables,llevándoles a optar por opciones políticas críticas con el fenómeno. Se ha visto en Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y más recientemente en Austria. El libre mercado, la interconexión de los mercados mundiales y la deslocalización ha llevado a muchas empresas e industrias a cerrar y a muchos ciudadanos a perder su empleo. Pero este sistema también ha convertido a Alemania en el motor económico europeo y uno de los países más poderosos del mundo. Por eso Merkel ha seguido apostando por tratados de libre comercio como el TTIP que incluso sus socios socialdemócratas han declarado muerto. “Algunos culpan al estado liberal pero hay que ir más allá. Será un trabajo difícil”, ha remarcado.

Tras un discurso de 80 minutos con autocrítica y más mano dura, Merkel parece haber seducido a sus aliados bávaros, algo que el secretario general de la CSU Andreas Scheuer ha confirmado asegurando que ha sido “una buena rampa de inicio” para concurrir juntos a los comicios federales. Con este guiño, la cancillera pretende recuperar cohesión interna para poder seguir presentándose a las elecciones del septiembre del año que viene como baluarte indiscutible de la política alemana. Aún así, no se ha escapado de la crítica interna. “Hemos ganado algunos votos a la izquierda, pero hemos perdido muchos a la derecha”, ha lamentado Eugen Abler, delegado de Baden-Württemberg.

MERKEL, LA POLÍTICA INEVITABLE

La ratificación de hoy de Angela Merkel como candidata a la cancillería alemana y como presidenta de la CDU es otro capítulo más de éxito y consenso dentro de su larga historia política. En el congreso democristiano celebrado en Essen, la canciller ha obtenido el 89,5% de los votos, unas importantes cifras que incluso después de meses de controversia y discrepancias internas por su política de acogida a los refugiados demuestran que sigue siendo la política inevitable de Alemania.

Sus peores resultados los obtuvo en 2004, un año antes de llegar a la cancillería de Berlín, con un 88,4% de los votos. En 2012 sus cifras se dispararon al 98%. Merkel lleva 17 años al frente de la CDU y, gracias a su método y a la depuración de posibles rivales dentro del partido, se ha convertido en una figura imbatible dentro y fuera de su formación. Así, tras 11 años al frente del país, su popularidad no ha bajado del 40%, unas cifras casi inverosímiles para un líder tan longevo y en un país tan políticamente fragmentado como Alemania.

Ahora, a sus 62 años, Merkel se lanza a por su cuarto mandato consecutivo. Una más que probable victoria la llevaría a superar los 14 años de mandato del histórico Konrad Adenauer y a igualar los 16 de su padre político Helmut Kohl.