En medio de la tensión generada en Alemania por los atentados terroristas del pasado mes de julio, el Ejecutivo liderado por la cancillera alemana Angela Merkel ha abierto las puertas a una restricción parcial del burka. “El burka no pertenece a nuestro país cosmopolita y supone un obstáculo para la integración”, ha afirmado esta mañana el ministro del Interior Thomas de Maizière tras reunirse durante dos días con sus compañeros de la Unión Demócrata Cristiana (CDU).

De esta manera Berlín pretende regular el uso de todos aquellos pañuelos que oculten el rostro de las mujeres como son el burka, el niqab o el chador integral. La propuesta, que deberá someterse a la aprobación parlamentaria para transformarse en un realidad palpable, señala que estas prendas estarán prohibidas en escuelas, universidades, enfermerías, oficinas públicas o durante la conducción. “Mostrar la cara es un elemento esencial de nuestra comunicación, de la forma en que vivimos, de nuestra cohesión social”, ha añadido el ministro.

Este aparente cambio de rumbo del Ejecutivo de Berlín llega tan sólo una semana después de que el propio De Maizière se mostrase escéptico con la prohibición del burka y tan sólo un día después de que el ministro remarcase que la prohibición completa de su uso no sería constitucional. “No puedes prohibir todo aquello con lo que no estás de acuerdo. Yo estoy en contra de llevar burka”, aseguró el ministro cristianodemócrata al presentar su paquete de medidas antiterroristas. Aunque actualmente no hay estadísticas, un informe gubernamental realizado en el 2009 aseguraba que más de dos tercios de las mujeres musulmanas alemanas no llevan estas prendas de ropa.

REACCIÓN AL MIEDO TERRORISTA

De Maizière había recibido tanto las críticas de los que consideran que la prohibición sería un ataque a los musulmanes como de los sectores más conservadores de su partido, que presionaron al responsable de Interior para que aplicara la prohibición de esta prenda de ropa así como para eliminar la doble nacionalidad a los hijos de los recién llegados. La CDU de Merkel y su partido hermano de Baviera (CSU), más conservador, se han visto confrontados al tener que decidir como reaccionar ante los ataques terroristas del pasado julio y a la llegada de más de 1,5 millones de refugiados durante el 2015.

Así, en un nuevo gesto que ilustra el pragmatismo político del Gabinete de Merkel, Berlín pretende navegar entre estas dos posiciones y elegir una opción sensata a medio camino que muestre su voluntad por tomar medidas sin acentuar el miedo y calmar a una opinión pública cada vez más inquieta sobre sus vecinos musulmanes. La propuesta también evita claudicar a las medidas más reaccionarias propuestas por el ala dura de su partido y de la xenófoba Alternativa por Alemania (AfD), que en el último mes ha recuperado fuerza en las encuestas y que amenaza a la formación conservadora en las elecciones regionales que se celebran en Berlín y Mecklenburgo-Antepomerania el próximo septiembre.