La travesía hacia el sueño americano está llena de trampas en el camino. Algunas son producto de la codicia humana y de la precariedad de un viaje de miles de kilómetros donde se viaja generalmente con lo puesto. Pero luego están los accidentes geográficos como el río Suchiate, que ejerce de frontera natural entre Guatemala y México. En circunstancias normales, se cruza a bordo de neumáticos y balsas, pero esta vez aguarda al otro lado un elemento inesperado. México ha desplegado a cientos de policías antidisturbios para cerrar el paso a la caravana de inmigrantes que partió el sábado desde Honduras. Su respuesta llega solo un día después de que Donald Trump denunciase la pasividad del país vecino y amenazara con enviar al Ejército a su frontera.

Los primeros grupos de la caravana de 3.000 inmigrantes habrían llegado ya a las orillas tropicales del Suchiate, en cuyas inmediaciones han sido atendidos por voluntarios de la Cruz Roja. Duermen sobre cartones y se resguardan con plásticos de la lluvia y el frío nocturno, según las imágenes que llegan desde allí. «No traigan cámaras, traigan comida», decían algunos a los periodistas, según recoge la BBC. La mayoría huyen de la violencia que desangra sus países y la pobreza que impera en la región.

México ha anunciado que solo dejará pasar a los migrantes con visado y a los solicitantes de asilo, un trámite prolijo y largo que puede tardar varios meses en completarse. Sus autoridades han pedido ayuda a la agencia de refugiados Naciones Unidas (ACNUR) para procesar las solicitudes y aseguran que no utilizarán la fuerza contra aquellos que traten de entrar ilegalmente en el país. «La política mexicana consiste en respetar y proteger los derechos humanos», ha dicho el ministro del Interior, Alfonso Navarrete.

México está en plena transición política, a poco más de un mes de que Andrés López Obrador asuma la presidencia. El dirigente de izquierdas ha prometido un programa inédito para ofrecer visados de trabajo a los inmigrantes centroamericanos, una iniciativa que podría reducir las tensiones con EEUU, pero no parece que vaya a llegar a tiempo para resolver esta última crisis.

La presión de Washington es inmensa. Este mismo viernes ha llegado a la capital mexicana el secretario de Estado, Mike Pompeo, para reunirse con su homólogo de Exteriores. El futuro de la caravana está en el centro de la agenda, aunque, por el momento, Donald Trump parece satisfecho con la respuesta mexicana. «Gracias México, estamos impacientes de trabajar con vosotros», tuiteó el presidente. Solo un día antes, el republicano había mostrado su ansiedad por el avance de los inmigrantes. «En los términos más firmes, pido a México que detenga este avance. Si no logra hacerlo, llamaré a los militares y cerraré nuestra frontera sur», manifestó.