Tras la amenaza de guerra comercial por parte de Donald Trump, México por fin respira. Su presidente, Andrés Manuel López Obrador, celebró el sábado el acuerdo alcanzado con EEUU para evitar la subida de aranceles a los productos mexicanos, pero recordó a Trump que «los compromisos se cumplen». «Reiteramos la disposición a la amistad, el diálogo y la colaboración», dijo el conocido como AMLO en el Acto de Unidad en defensa de la dignidad de México y en favor de la amistad con el pueblo de EEUU, en la población fronteriza de Tijuana.

ARANCELES SANCIONADORES/ El acuerdo que evitaba la guerra comercial fue celebrado por Trump en Twitter como un éxito. Que en México sabe muy amargo; no una victoria, sino una derrota inevitable, que se recibe con la cabeza baja y gran alivio. Trump había amenazado con impuestos a las exportaciones mexicanas, unos 346.500 millones de dólares anuales. Un 5% para todos los productos y servicios a partir del 10 de junio, que aumentaría cada mes hasta el 25% a partir de octubre. Una sanción a México por no hacer lo suficiente para cortar el flujo de migrantes centroamericanos en busca del sueño americano.

Los acuerdos internacionales prohíben tales medidas. México tiene instrumentos para impugnarlas, pero los procedimientos tardan años. Más de 20.000 personas arroparon en Tijuana la celebración del triunfo de «la política sobre la confrontación».

APÉNDICE DE EEUU/ La tajada estadounidense de las exportaciones mexicanas alcanza el 80%. México es un apéndice de la economía estadounidense. El saber popular dice que cuando EEUU tose, a México le da pulmonía. Por eso López Obrador optó por enterrar la retórica y se entregó a la negociación, resignado a ser el niño pequeño ante el grandullón de la calle. Como la de Trump era una jugada que busca de réditos electorales, el Gobierno mexicano buscó darle victorias que ofrendarle a su base política.

Unos 6.000 miembros de la Guardia Nacional se desplegarán en la frontera con Guatemala para interceptar a los migrantes centroamericanos. Y México operará como «tercer país seguro»: los centroamericanos que lleguen a puestos migratorios estadounidenses y soliciten refugio, serán devueltos a la ciudad mexicana más próxima, donde esperarán la resolución.

«No somos el patio trasero de Donald Trump», denunció el líder del PRD, un partido que López Obrador presidió. «Esto fue una rendición histórica», insistió Ángel Ávila. Puede ser. El mitin del sábado no fue de la dignidad. Pero sí de celebración. México respiró.