El Ministerio de Relaciones Exteriores italiano, numerosas embajadas y consulados de Italia en el exterior, ha sido hackeados y espiados durante “más de cuatro meses” en el transcurso del año pasado. Entre los afectados están, según una investigación del diario 'The Guardian', diplomáticos y funcionarios, cuyos correos electrónicos y otros documentos sobre sus encuentros con oficiales de otros países han sido filtrados por la acción de los hackers.

El ataque, que ocurrió mientras dirigía el Ministerio de Exteriores Paolo Gentiloni — quien hoy es el jefe de Gobierno de Italia—, es objeto de una investigación “contra desconocidos” por parte de la fiscalía de Roma. De acuerdo con los detalles divulgados, se teme que detrás del ciberataque esté Moscú. Funcionarios de la oficina del portavoz del Ministerio italiano no han querido hacer comentarios sobre este asunto a El Periódico de Cataluña, aunque tampoco han desmentido la información.

Según ha relatado el diario británico, los piratas informáticos no habrían tenido acceso a los correos de Gentiloni, ya que el entonces jefe de la diplomacia italiana "evitaba usar” su cuenta institucional. Además, los sistemas de seguridad italianos también habrían bloqueado el acceso a la información encriptada del Ministerio, donde se encuentran los datos más confidenciales y clasificados. No obstante, los piratas sí se habrían hecho con varios datos contenidos en sistemas menos seguros, los cuales fueron atacados a través de un código malware (malicioso, en jerga informática).

Tras conocerse el caso, Rusia ha desmentido —casi de manera inmediata— ser culpable del acto de ciberespionaje. “No hay ninguna prueba de esto”, ha dicho Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Exteriores ruso. Mientras que funcionarios de Exteriores italianos han intentado minimizar la agresión al asegurar que “después del primer ataque” en la primavera de 2016 todos los sistemas de contraespionaje fueron “reforzados”, según ha reportado la agencia italiana Ansa.

AMIGOS Y ESPÍAS

Italia, país que tiene fuertes lazos comerciales con Rusia e incluso se ha pronunciado reiteradamente en contra de las sanciones económicas contra Moscú, ya tiene un historial en ciberespionaje internacional. Como víctima y verdugo. En enero pasado, la policía italiana reveló la existencia de una red que robó datos sensibles de personajes de la talla de los antiguos primeros ministros Matteo Renzi y Mario Monti y del presidente del Banco Central Europeo, el también italiano Mario Draghi. Los dos presuntos piratas informáticos involucrados —uno con doble ciudadanía ítalo-estadounidense—, se encuentran todavía en prisión.

Anteriormente, en 2013, también se reveló que el país estuvo en la mira del sistema Prism, el programa de megaespionaje creado por los servicios secretos de EE.UU. Algo que terminó por provocar una fuerte queja ante Washington por parte de las autoridades italianas. En sentido opuesto, otro caso que suscitó mucha alarma fue el de la empresa de ciberseguridad Hacking Team, una compañía de Milán, cuyos documentos filtrados revelaron sus pocos escrúpulosa la hora de vender programas de espionaje a países como Arabia Saudí, Kazajistán, Azerbaiyán, Mongolia, Baréin, Rusia, Turquía y Egipto.