El ministro francés de Justicia, François Bayrou, es un rostro muy conocido del paisaje político del país. Ha sobrevivido durante años al frente de un partido centrista, el Modem, y ha conseguido una importante dosis de protagonismo al sellar el pasado mes de febrero una alianza con el entonces candidato presidencial Emmanuel Macron.

Esa unión allanó el camino de Macron hacia el Elíseo y permitió a Bayrou encarnar una de las medidas estrella de la campaña electoral, que ahora está encargado de transformar en ley. Se trata de un proyecto para moralizar la vida política bautizado como ‘ley para la confianza en nuestra vida democrática’.

El texto ha sido presentado este miércoles en el Consejo de Ministros por un Bayrou en posición delicada. Su partido está siendo investigado por la justicia al sospecharse que usó empleos ficticios en el Parlamento Europeo para pagar a asistentes que en realidad trabajaban para el Modem. Pero no es sólo eso lo que debilita al ministro.

SALIDAS DE TONO

Bayrou se ha tomado ciertas libertades, saltándose la disciplina de “ejemplaridad” impuesta por el primer ministro, Edouard Philippe, a los miembros de su Gabinete, y durante el mes que lleva al frente de Justicia ha tenido varias salidas de tono que le pueden costar el puesto.

El primer episodio polémico data de finales de mayo. François Bayroudefendió en su cuenta personal de Twitter a la ministra de Asuntos Europeos (y número dos del Modem), Marielle de Sarnez, en el punto de mira de la justicia por el asunto de los asistentes parlamentarios de Estrasburgo. Esta parcialidad suscitó el pasmo en la magistratura y otros colectivos, pero el ministro no vio en ello ningún error.

El 9 de junio saltó una segunda chispa cuando el diario 'Mediapart' reveló que Bayrou telefoneó a Radio France para quejarse de los métodos de algunos periodistas que investigaban los contratos de los trabajadores del Modem asignados a los eurodiputados centristas. El primer ministro, Edouard Philippe, tomó cartas en el asunto y le recordó a Bayrou su “deber de ejemplaridad”. “La cosa es bastante simple: cuando uno es ministro no puede actuar como un simple ciudadano”, le dijo.

SIN MORDAZA

La llamada al orden no surtió efecto y Bayrou le respondió diciéndole que mantendría su libertad como ciudadano. “No tengo la intención de ponerme una mordaza. Cuando tenga algo que decir a alguien, sobre todo en privado, lo diré”, ha declarado en ‘Le Monde’.

El portavoz del Ejecutivo, Christophe Castaner, ha intentado este miércoles rebajar la tensión al asegurar que la situación está “completamente pacificada”, aunque al usar ese término dio por implícita la existencia de una guerra.

En esa batalla es el propio Bayrou quien tiene las de perder si se confirma, como revela la emisora de radio RTL, que el Elíseo prepara un plan B para relevar a un ministro que se está volviendo demasiado molesto.

Aunque Macron le debe en parte su victoria, si el presidente logra este domingo una aplastante mayoría en la Asamblea Nacional, los 70 diputados del Modem no serán imprescindibles para aprobar los proyectos gubernamentales. Bayrou habrá dejado de ser intocable.