La aplicación en EEUU de una antigua ley (diseñada en su día para frenar la propaganda nazi) sobre el controvertido canal de televisión ruso RT va camino de desencadenar una escalada de represalias por parte de Moscú contra medios de comunicación occidentales en Rusia. La Duma (Cámara baja del Parlamento ruso) aprobó ayer por unanimidad dos leyes que podrían exigir a medios de comunicación extranjeros dirigidos a audiencias rusas a ser considerados «agentes extranjeros» y revelar sus fuentes de financiación.

Esta nueva legislación, que aún debe ser examinada por la Cámara alta y rubricada por el presidente Vladímir Putin, se considera una represalia por la reciente decisión del Departamento de Justicia de EEUU de forzar a la RT y a la agencia rusa estatal Spútnik a registrarse en EEUU como «agente extranjero», después de que la inteligencia estadounidense asegurara que ambos habían jugado un papel relevante en la «campaña de influencia» para lograr la elección de Trump.

En cualquier caso, las consecuencias para los medios occidentales en Rusia son de mucho mayor calado que la medida adoptada contra RT en suelo estadounidense. Mientras que en EEUU la aplicación de esa ley es solo una calificación administrativa, ser considerado en Rusia un «agente extranjero» obliga a la entidad a estar incluida en un registro gubernamental, a informar de sus fuentes de financiación, sus actividades, el uso al que destinan sus fondos y el nombre de sus responsables. También pueden ser objeto de registros.

Una vez cumplimentados los trámites legales correspondientes, la nueva ley penderá como una amenaza sobre los medios de comunicación extranjeros, porque su aplicación se realizará a discreción de las autoridades rusas, en particular de Putin.

Según la prensa rusa, los medios afectados serán la CNN y las emisoras Deutsche Welle, la Voz de América y Radio Liberty.