El fiscal especial Robert Mueller ha manifestado este miércoles su intención de no comparecer en el Congreso de EEUU por su informe sobre el 'Rusiagate' y ha anunciado que dimite de su cargo en el Departamento de Justicia tras dar por cerrada su investigación. "Es importante que el trabajo escrito hable por sí mismo", ha subrayado en una comparecencia pública.

Durante su discurso, ha insistido en que no presentó cargos de obstrucción contra el presidente de EEUU, Donald Trump, y ha reiterado: "Si hubiéramos tenido confianza de que el presidente no cometió un crimen lo habríamos dicho". Asimismo, ha considerado que sería "injusto" acusar a alguien de un crimen cuando no puede haber resolución de un tribunal y ha recalcado que no comentará otras conclusiones o hipótesis sobre Trump.

"Yo tomo la decisión de no hablar más ... No creo que sea apropiado que yo hable más de la investigación o que hable de acciones del Departamento de Justicia y el Congreso", ha añadido, antes de destacar que ha habido "múltiples y sistemáticos esfuerzos de interferir" en las elecciones de este país y "esa acusación merece la atención de cada estadounidense".

Mueller ha hablado a los estadounidenses este miércoles por primera vez desde que en el 2017 se puso al frente de la investigación del Rusiagate, que estudió la injerencia de Rusia en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, la potencial cooperación de Donald Trump y su campaña con esa interferencia y se amplió también al estudio de la posible obstrucción a la justicia del mandatario. Y el mensaje ha sido

El fiscal especial entregó su informe con las conclusiones de su investigación en marzo al Departamento de Justicia, dirigido por William Barr. Este dos días después hizo público un resumen de cuatro páginas en el que aseguraba que en las pesquisas no se habían encontrado pruebas de colaboración entre Trump y su campaña con la operación de interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales y también apuntaba a que el documento no acusaba a Trump de obstrucción a la justicia aunque tampoco le exoneraba. El presidente y su equipo se lanzaron inmediatamente a celebrar el documento con el mensaje "no colusión, no obstrucción" y el mandatario reincidió en sus críticas de que toda la investigación había sido una "caza de brujas".

Trump y Barr consiguieron imponer esa narrativa pero se empezó a desarticular cuando el 18 de abril el documento entero, aunque con partes clasificadas, se facilitó al Congreso y se hizo público. Trump siguió insistiendo en que quedaba completamente exonerado pero el documento incluye 11 episodios de potencial obstrucción a la justicia. Y Mueller reconocía el poder del Congreso para dar los siguientes pasos en esa investigación.

A partir de ese momento la lucha política se ha intensificado y enquistado en Washington. Trump y la Administración se han negado a facilitar el informe íntegro, sin partes clasificadas, así como a responder a citaciones y comparecencias solicitadas por los demócratas, en control de la Cámara Baja. Se ha abierto una guerra entre el ejecutivo y el legislativo. Y los demócratas, atrapados en el debate interno de si poner en marcha o no un proceso de 'impeachment', han acusado al presidente de crear "una crisis constitucional" con su actitud hacia las Cámaras.