La aplastante victoria lograda en la primera vuelta de las elecciones regionales celebradas el pasado 3 de diciembre en Córcega, allana el camino hacia la mayoría absoluta a la que aspira la coalición nacionalista abanderada por el presidente del Ejecutivo saliente, Gilles Simeoni, en la segunda vuelta de este domingo.

Con un 45,36% de los votos y un alto nivel de abstención (48%), la lista de Pè a Corsica (Por Córcega) pulverizó al resto de las formaciones políticas y certificó el hundimiento de los partidos tradicionales franceses, cuya estrategia de avivar el espectro de la crisis catalana ha resultado infructuosa.

Los electores no han visto tal peligro y han entendido que en la alianza formada por el autonomista Simeoni y el independentista Jean-Guy Talamoni la secesión no está en el orden del día.

Sin izquierda en la Asamblea

En conclusión, la izquierda estará ausente de la futura Asamblea corsa por primera vez desde 1982 y la derecha, dividida en dos candidaturas, apenas suma el 30%. Mientras, el Frente Nacional, a pesar de que Marine Le Pen obtuvo un 48% en las elecciones presidenciales de mayo, frente al 51% de Emmanuel Macron, ha quedado lejos del 5% necesario para seguir en la carrera de las regionales.

El candidato de La República en Marcha, Jean Charles Orsucci, sólo alcanzó un decepcionante 11,26%, así que Córcega parece inmune a la marea que inundó el Hexágono con la llegada de Emmanuel Macron al Elíseo. Los electores han optado por una versión local de la renovación de la vida pública situando a los nacionalistas en el centro del tablero político.

Trayectoria ascendente

Desde que en el 2014 conquistaron la alcaldía de Bastia, la segunda ciudad después de Ajaccio, los nacionalistas han ido apuntalando su trayectoria ascendente. En diciembre del 2015 se hicieron con las riendas del gobierno local y en las legislativas del pasado junio sentaron en la Asamblea nacional a tres de los cuatro diputados que tiene Córcega en la Cámara baja francesa.

Tras haber sacudido en tres años el panorama político, el más que previsible triunfo de este domingo les convertirá en la fuerza hegemónica de la nueva -y con más atribuciones- administración territorial que nacerá el próximo enero al fusionarse los dos departamentos actuales (Córcega del sur y Alta Córcega).

También tendrán la legitimidad de las urnas para aplicar un programa electoral que reclama a París negociar un estatuto de autonomía en tres años, la cooficialidad de la lengua corsa y una ley de amnistía para los que consideran presos políticos.

Ese escenario coloca al presidente francés en una posición incómoda que le obligará necesariamente a mover ficha. De momento, el Elíseo guarda silencio y se remite al discurso que Emmanuel Macron pronunció el 7 de abril en Córcega, en plena campaña presidencial.

Una República indivisible y plural

El entonces candidato habló de una República “indivisible” que siempre ha sido “plural” y cuya fuerza reside en “reconocer esa diversidad”. “Una nación unida que no debe temer la expresión de las identidades regionales fuertes”, dijo.

De mantenerse en esa línea, Macron podría abrirse a una mayor autonomía en Córcega, pero es dudoso que ceda en la cooficialidad de la lengua y menos aún en el asunto de los presos. Todos los analistas coinciden, no obstante, en que el presidente deberá dar alguna respuesta.

“Si no hace nada, todos los insulares estarán en la calle y los nacionalistas no tendrán ni siquiera la necesidad de pedírselo”, asegura a Afp el profesor de la Universidad de Burdeos, Thierry Dominci.

“Vamos a establecer una relación de fuerza democrática con un Gobierno y un Estado que nunca nos ha hablado, un Estado que desde la elección de Emmanuel Macron ha pasado del silencio a la hostilidad”, ha advertido Gilles Simeoni en el mitin de clausura de Pè a Corsica.