Una ley aprobada el viernes por la Cámara baja del Parlamento polaco, que criminaliza cualquier afirmación que vincule a Polonia con las atrocidades del nazismo contra los judíos en suelo polaco, ha provocado una crisis diplomática con Israel y ha levantado las protestas de supervivientes del Holocausto y no pocos historiadores.

La ley, que debe recibir el visto bueno del Senado y ser sancionada por el presidente polaco, Andrzej Duda, aparte de eximir a Polonia de cualquier responsabilidad en la shoah, castiga con tres años de cárcel el uso de la expresión «campos de exterminio polacos» o «campos de la muerte polacos». Cualquier afirmación que implique que los polacos fueron cómplices o colaboraron con el Holocausto será considerada delito y susceptible de castigo.

La aprobación de la ley hizo que el Ministerio de Exteriores israelí convocara en Jerusalén al encargado de negocios y número dos de la embajada de Polonia en Tel-Aviv. A su vez, el primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, ordenó al embajador israelí en Varsovia que abordara la cuestión con el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. Netanyahu habló por teléfono con Morawiecki y ambos acordaron iniciar «un diálogo inmediato» para tratar de solventar la crisis.

Acusaciones falsas

El presidente polaco aseguró que «la ley intenta prevenir las mentiras y las acusaciones falsas contra el pueblo polaco» pero que cualquiera que hable de «su memoria personal» no será castigado. Es decir, las víctimas del Holocausto quedarían exentas, pero no historiadores o académicos. Yad Vashem, el centro de recuerdo del Holocausto en Jerusalén, señaló que la expresión «campos de la muerte polacos» no es adecuada desde el punto de vista histórico (Polonia estaba ocupada por los alemanes y los campos de concentración fueron creados por los nazis), pero añadió que la ley «tiende a difuminar las verdades históricas de la ayuda que los alemanes recibieron de la población polaca».

En 1939, la Alemania nazi atacó y ocupó Polonia y el país fue víctima de esta ocupación. Tres millones de polacos no judíos (de una población de 24 millones) murieron y Varsovia fue arrasada en 1944. Pero Polonia arrastraba desde antes de la guerra una larga historia de antisemitismo. Muchos judíos creen que sin la colaboración de muchos polacos la «solución final» no hubiera sido posible y que no es ninguna coincidencia que los nazis ubicaran en Polonia los mayores campos de concentración (Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Sobibor...).

Antes de la segunda guerra mundial, Polonia contaba con la comunidad judía más numerosa de Europa, cifrada en unos 3,4 millones. El 90% murió en el Holocausto. Entre 30.000 y 35.000 judíos sobrevivieron con la ayuda de polacos. Más de 6.700 polacos han sido reconocidos como «justos entre las naciones».

Es la cara de Polonia que las autoridades de Varsovia se esfuerzan en proyectar. «Pero esto era la excepción, no la norma», asegura la historiadora Havi Dreifuss, experta en las relaciones entre judíos y polacos. Dreifuss subraya que estos héroes polacos ocultaron a los judíos no solo de los nazis sino también de sus vecinos polacos que con muy alta probabilidad les hubieran delatado. El historiador polaco Jan Grabowski fue blanco de las iras de los nacionalistas polacos por el libro Caza a los judíos: traición y muerte en la Polonia ocupada por Alemania. Grabowski sostiene que 250.000 judíos de Polonia intentaron escapar de la muerte escondiéndose y el 10% lo logró. 200.000 fueron entregados a los nazis o asesinados por polacos.

Otros países -Francia por ejemplo- han sufrido un proceso doloroso para asumir su pasado en lo que respecta a la colaboración en la persecución de los judíos. Con notables excepciones, parece que Polonia aún está lejos de este proceso. Dreifuss puso el dedo en la llaga en declaraciones al diario izquierdista israelí Haaretz: «Para mí, lo más problemático de esta ley es que crea un clima de miedo en Polonia para hablar de estas cosas. Polonia tiene académicos maravillosos que han cambiado nuestra forma de entender algunos aspectos del Holocausto y el hecho de que ellos y sus estudiantes se lo piensen dos veces antes de trabajar en estas cuestiones resulta muy problemático».