El tiempo se agota pero las negociaciones posteriores al brexit avanzan cuesta abajo y sin frenos. «Sigue siendo una escuela de paciencia», reconoció ayer el negociador europeo, Michel Barnier. A poco más un de mes de que se cumpla el plazo -finales de junio- para pedir una eventual prórroga del período transitorio, que expira el 31 de diciembre, sigue sin haber avances. La tercera ronda de negociaciones sobre el futuro acuerdo comercial entre la UE y el Reino Unido concluyó esta semana con calificativos de «decepción», acusaciones mutuas y muy poco «optimismo».

«Todavía hay una verdadera falta de comprensión en el Reino Unido sobre las consecuencias objetivas, y a veces mecánicas, de la elección británica de abandonar el mercado único y la unión aduanera. Si el Reino Unido todavía tiene la intención de llegar a un acuerdo con la UE, tiene que ser más realista, superar esta incomprensión y cambiar de estrategia» porque «no se puede tener lo mejor de ambos mundos», avisó Barnier tras una ronda de 40 videoconferencias que calificó de «decepcionante» y en la que no se lograron «avances».

SIN «DISCUSIÓN REAL» / La misma lectura hizo desde Londres su homólogo David Frost, que acusó al equipo de Barnier de mantener un enfoque «ideológico» que «complica» la búsqueda de un acuerdo y de plantear «nuevas y desequilibradas propuestas». «Necesitamos un cambio de enfoque de la UE para la próxima ronda que arrancará el 1 de junio», avisó.

Pese al tono en ambas capitales, el francés rechazó hablar de «riesgo de colapso» de las negociaciones y celebró que su homólogo británico haya entendido que es necesario abandonar «posiciones maximalistas» y que hayan sido capaces de «iniciar el diálogo» en torno al futuro acuerdo pesquero y el acceso a las aguas británicas para la flota europea, uno de los elementos claves, aunque las posturas siguen siendo extremadamente divergentes.

Más allá de este pequeño pasito, las críticas dominaron las intervenciones. Según Barnier, el Gobierno británico sigue sin comprometerse con «una discusión real» sobre igualdad de condiciones y «juego limpio» en el ámbito económico y comercial para evitar la competencia desleal, ni a abordar la futura gobernanza entre ambos bloques ni a negociar sobre otros elementos que sin ser claves sí son «importantes y simbólicos», como la lucha contra el blanqueo de capitales, la participación del Parlamento Europeo, la Cámara de los Comunes y los agentes sociales en un mecanismo de consulta, o la cooperación en materia judicial y penal.

Por ejemplo, «el Reino Unido rechaza comprometerse a garantizar la protección de derechos fundamentales y libertades individuales» e «insiste en rebajar los estándares actuales del mecanismo de protección de datos», afeó Barnier, que reiteró que pese al decepcionante balance siguen comprometidos a negociar un acuerdo de libre comercio, sin cuotas ni aranceles, en el escaso margen disponible. Eso sí, insistió en que Bruselas no comerciará con «los valores europeos» porque «el juego limpio económico y comercial no está en venta». «No es que sea bueno tenerlo, es que es imprescindible», avisó recordando lo que lleva más de tres meses repitiendo: que sin el cumplimiento de unos estándares económicos, medioambientales y fiscales y un acuerdo pesquero «no habrá acuerdo comercial».

«No soy optimista, dada la incomprensión de los británicos sobre las condiciones para acceder a nuestro mercado, y su deseo, que no es realista, de querer tener todos los beneficios sin respetar las reglas de los estados miembros. Por eso les he invitado a cambiar de táctica si quieren llegar a un acuerdo» porque «no vamos a llegar a un acuerdo a cualquier precio», zanjó.