El plan del brexit ideado por Boris Johnson puede acabar esta semana en un gran fiasco. La consumación del divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea se anuncia tempestuosa y Londres ha comenzado a culpar a Bruselas del fracaso, al tiempo que amenaza con represalias. El supuesto relato de la conversación telefónica mantenida este martes entre el primer ministro británico, Boris Johnson, y la cancillera alemana, Angela Merkel, y filtrado por el Gobierno británico, ha provocado una airada reacción del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y ha situado las negociaciones al borde del colapso.

«Lo que está en juego no es un juego estúpido de culpas. Lo que está en juego es el futuro de Europa y del Reino Unido así como la seguridad y los intereses de nuestros ciudadanos. No quieres un acuerdo, tampoco quieres una prórroga, no quieres revocar (el artículo 50 que regula la salida). Quo vadis?», se despachó el político polaco en una interpelación directa al mandatario británico que esta tarde ha recibido en Londres al presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli.

«Es difícil estar en desacuerdo», coincidió el ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney, que ve en el mensaje de Tusk la frustración con una propuesta que no desbloquea la situación. «Seguimos abiertos a finalizar un acuerdo del brexit que sea justo pero necesitamos que el Gobierno del Reino Unido quiera trabajar con la UE para lograrlo», explicó el irlandés sobre un plan británico que, según el diagnóstico del negociador jefe de la UE, Michel Barnier, no es una base para la negociación.

Desconfianza hacia Londres / Ese es el problema. La desconfianza hacia Johnson es total. Y más tras la filtración de una conversación privada que nadie en Bruselas considera creíble y mucho menos que haya salido de boca de una dirigente que mide al milímetro sus palabras. Según la versión británica, Merkel advirtió a Johnson de que es «abrumadoramente improbable» el llegar a un acuerdo, y afirmó que si Alemania quisiera salir de la UE no tendría ningún problema pero que el Reino Unido no puede hacerlo sin que Irlanda del norte se quede en la Unión aduanera, y que la UE está lista para torpedear el acuerdo de Viernes Santo.

«Puedo confirmar que la cancillera alemana ha hablado con el primer ministro británico por teléfono esta mañana. Como es habitual no informamos sobre ese tipo de conversaciones confidenciales», se limitó a señalar y sin entrar en polémicas el alemán, Steffen Seibert. La portavoz oficial de la Comisión Europea, Mina Andreeva, tampoco ha querido atizar el debate. «Se refiere a comentarios que no he visto que la cancillera haya confirmado», zanjó negando que las conversaciones se hayan roto. «No veo cómo podrían estar rotas si están teniendo lugar hoy y continuarán en los próximos días para dar precisamente la oportunidad al Reino Unido de presentar sus propuestas en más detalle», dijo Andreeva. En la Cámara de los Comunes el encargado de los preparativos para un brexit sin acuerdo, Michel Gove, tampoco ha dado las conversaciones por acabadas. «Al hacer nuestra propuesta hicimos concesiones, ahora es el momento de la UE las haga también. Si lo hace, hay todas las posibilidades de que logremos un nuevo acuerdo». El responsable del Partido Laborista para el brexit, Keir Stamer, reprochó al Gobierno el «haber presentado una propuesta pensada para fracasar. Sigue sin asumir ninguna responsabilidad de sus acciones», se ha quejado. Johnson es consciente de que la Ley Ben le obliga a pedir una tercera prórroga del brexit si no consigue cerrar un acuerdo. En una nota enviada a la revista The Spectator, amenaza con represalias a los países que apoyen una prórroga del brexit. «Apoyar esa nueva prórroga será considerado por este Gobierno como una injerencia hostil en nuestra política interna y más de la mitad del electorado estará de acuerdo nosotros».