A Oumaima la casaron siendo una niña. Su marido, 20 años mayor que ella, con quien jamás había cruzado una mirada, supuestamente iba a proporcionarle dignidad social. Nadie preguntó a Oumaima qué pensaba, qué sentía y cuáles eran sus aspiraciones. Eso no importaba. Ella, con 15 años, cumplía el sueño de toda una familia, un matrimonio como huida de la pobreza. Y una boca menos que alimentar.En su familia no dolía que fuera desvirgada por un desconocido que solo veía en ella un joven vientre para engendrar hijos. "Fueron los días más tristes de mi vida. Dejé atrás mis sueños. No había terminado mis estudios. Me hubiera gustado estudiar Medicina", lamenta Oumaima, que actualmente vive en un pueblecito cerca de la ciudad de Casablanca. Su testimonio se suma a numerosas historias de dolor, despojo y fatiga en clave femenina en una sociedad aún muy marcada por los matrimonios precoces. "Las madres de estas niñas han vivido lo mismo, por lo que se repite el ciclo", explica a este diario Sofía Rais, directora ejecutiva de la asociación Justicia y Derecho.

A pesar del nuevo código de la familia aprobado en el 2004 para limitar, entre otros, los matrimonios con niñas, las últimas cifras entierran las expectativas de los movimientos feministas de controlar o suprimir la imposición de los enlaces infantiles: más de 30.000 niñas terminan casándose cada año.Los jueces de familia en Marruecos pueden autorizar el matrimonio de una menor "en base al interés y apoyado por un informe médico" según el artículo 20 del Código de la Familia. "Hay que derogar estos artículos relativos al matrimonio infantil" denuncia a EL PERIÓDICO, Jouad Chouaïb, miembro de la Comisión de Adultos de Asuntos Sociales del Consejo Económico, Social y Medioambiental (CESE).

Problema jurídico y social

A veces, los matrimonios se celebran saltándose la figura oficial del 'adoul' (la autoridad estatal). Se realizan directamente con el Corán en mano, la bendición de Dios a través de la figura de un 'cheij' (una autoridad religiosa no reconocida institucionalmente) y dos testigos. Los padres de las menores y las parejas de estas suelen llegar a un acuerdo ad hoc, sin ninguna base jurídica, para que una vez la joven cumpla la mayoría de edad, el matrimonio se institucionalice.

"El problema no es solo jurídico sino también social. Un fenómeno con raíces consuetudinarias y arraigado en las tradiciones de regiones golpeadas por la pobreza", denuncia Mourad Faouzi, presidente de la asociación de Derechos y Justicia en Marruecos. Casi siempre impera la tradición y los códigos culturales del contexto rural sobre la realización personal de las menores. Les roban la infancia, impidiéndoles ir a la escuela, colocándolas precozmente en una vida de adulta, sometidas al empleo y a un matrimonio no deseado. Así se resume el drama de Oumaima con un final de novela 'gore'.

El padre obtuvo la promesa del marido de su hija, mediante un acuerdo informal, de formalizar el enlace alcanzados los 18 años y mientras tanto se comprometía a cuidarla. Sin embargo, cuando llegó el segundo hijo al mundo, su marido le abandonó. "Lo hizo antes de llegar a la edad legal para tener mis papeles en regla", lamenta la joven Oumaima, víctima directa de una sociedad en donde siguen prevaleciendo las apariencias y los matrimonios de conveniencia como una nueva forma de alcanzar el bienestar.

Este fenómeno es como una bola de nieve. Un matrimonio forzado genera el abandono de los bebés, la saturación de los centros con niños huérfanos que una vez adolescentes terminan en la calle, desarraigados. Una solución se impone: la obligatoriedad al acceso a la educación para todas las niñas del país y un compromiso consensuado entre los líderes religiosos y el Estado para prohibir el matrimonio infantil y hacer desaparecer las viejas prácticas culturales.