De gobernar con la ultraderecha del FPÖ a hacerlo con Los Verdes. Ese es el giro que ha dado la política austríaca de la mano de Sebastian Kurz, líder de los conservadores del ÖVP y el canciller más joven de la historia del país alpino. Kurz y el jefe de los verdes austriacos, Werner Kogler, confirmaron ayer un acuerdo de gobierno inédito en Austria: los ecoliberales entrarán por primera vez en un gobierno federal si así lo aprueban los delegados del partido verde en un congreso este sábado, algo que se da por hecho.

Austria conseguirá salir de la crisis política que comenzó el pasado mes de mayo, cuando el llamado «Ibiza-Gate» acabó con la coalición entre el ÖVP y el FPÖ: un vídeo filtrado mostraba al entonces vicecanciller y líder de la ultraderecha, Heinz-Christian Strache, negociando en la isla balear con presuntos empresarios rusos la compra de un diario austríaco con la promesa de publicidad institucional si el medio ayudaba políticamente a los ultraderechistas.

Las imágenes filmadas con cámara oculta, en las que se ve a un Strache consumiendo abundante alcohol y negociando abiertamente tratos de favor con dinero público, hicieron inviable la coalición. El país se vio abocado a un gobierno transitorio y a unas elecciones anticipadas, celebradas el pasado septiembre y que ganaron ampliamente los conservadores.

Programa de 300 páginas / Con el acuerdo presentado este jueves, Austria espera cerrar la fase de inestabilidad con una fórmula experimental y que evidencia la larga tradición política de pacto del país. La enorme distancia entre ambos partidos y culturas políticas generan, sin embargo, dudas sobre su viabilidad. Expertos apuntan además a que los ecologistas podrían hundirse electoralmente en una coalición que estará claramente dominada por su socio mayoritario conservador.

«Las conversaciones no han sido fáciles porque ambos partidos tienen posiciones muy diferentes», dijo Sebastian Kurz después de anunciar el acuerdo. Tras semanas de negociaciones, conservadores y verdes confeccionaron un acuerdo de gobierno de más de 300 páginas.

La dirección el partido ecologista reconoció numerosas cesiones: la restrictiva política migratoria, que ha caracterizado a los gobiernos de Kurz -rechaza la cuotas de distribución de refugiados defendida por la cancillera Angela Merkel y está más cerca del Grupo de Visegrado en cuestiones migratorias-, es un claro ejemplo. El acuerdo establece, por ejemplo, la expulsión de aquellos extranjeros no comunitarios a los que les sean denegados el estatus de refugiados y la prohibición del velo islámico hasta los 14 años.

Medidas fiscales / A cambio, Los Verdes consiguen dar un marcado barniz ecologista a la coalición: el acuerdo se marca el objetivo de que el consumo de energía proceda exclusivamente de fuentes renovables en el 2030 y la huella de carbono cero para el 2040. Los ecoliberales también arrancan a los conservadores una medida fiscal favorable para la clase asalariada en la reducción generalizada de la presión fiscal: el impuesto sobre el trabajo de las rentas más bajas será reducido del 25 al 20 por ciento.

«Asumiremos un papel precursor en Europa», dijo ayer el futuro canciller Kurz en la rueda de prensa conjunta con el líder verde. Además, todo apunta a que será el primer Gobierno de Austria con más ministras que ministros.

Con este pacto, Kurz ha pasado en apenas medio año de gobernar con un partido xenófobo, eurocrítico y nacionalista, a sentarse con una formación progresista y europeísta. De hecho, el político ha lamentado en ocasiones la ruptura con el FPÖ y reconocido que con Los Verdes hay muchas más diferencias.

El acuerdo es observado con interés desde la vecina Alemania, donde se especula desde hace meses un entendimiento similar entre la CDU y Los Verdes, a quienes la encuestas de intención de voto sitúan en la segunda posición. La fórmula austríaca podría ser, por tanto, precursora para el futuro político de la era post-Merkel.