La última jornada de campaña electoral británica está siendo una carrera frenética contra reloj de los líderes para hacerse con el voto de los ciudadanos aún indecisos. Un puñado de escaños puede cambiarlo todo y tener un efecto enorme en la composición del futuro Parlamento. La suerte no está echada.

El último sondeo de YouGov confirma que los conservadores se encaminan hacia una victoria con mayoría de 28 escaños, pero ese margen es mucho menor de lo previsto. Hace dos semanas, en otro sondeo de la misma firma, la ventaja de Boris Johnson y los suyos sobre los laboristas de Jeremy Corbyn era de 46 escaños. Ahora los torys ganarían con 339 escaños, los laboristas se quedarían en 231, los liberales en 15 y el Partido Nacional escoces en 41.

Según el politólogo Mathew Goodwin, los laboristas acortan distancias y los escaños de los conservadores pueden fluctuar dramáticamente. Podrían ir a la baja y quedarse en 312, sin alcanzar los 326 escaños que suponen la mayoría, o por el contrario, podrían lograr una mayoría rebosante 367 escaños. Esa diferencia tan brutal es posible porque en el sistema británico de mayoría simple, el candidato que más votos saque en cada una de las 650 circunscripciones en que se divide el país, gana el escaño y el resto de los votos a otros partidos no sirve para nada.

En estas elecciones pues, todo se va a decidir en un puñado de distritos donde la distancia entre los dos principales rivales, es mínima. De ahí el último esfuerzo de los líderes en estas zonas, y de ahí también el llamamiento hoy en las redes sociales de unos y otros a votar tácticamente, bien para derrotar a Corbyn, bien para frenar a Johnson.