La de Beto O’Rourke ha sido una de las carreras más fulgurantes al estrellato político de Estados Unidos. El pasado viernes, 232 días después de anunciar su candidatura para luchar por la nominación presidencial del Partido Demócrata, el excongresista tejano de 47 años tiró la toalla. Es la salida más destacada en el concurrido plantel de aspirantes donde, aunque aún quedan 17, cada vez se siente más un duelo de progresistas y moderados, con cuatro nombres: los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders en el flanco a la izquierda y el exvicepresidente Joe Biden y el milenial alcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttitieg, en el de centro. O’Rourke se retira asegurando que es lo mejor «para el partido y para el país». Y admite lo que los analistas veían hace tiempo: que su campaña «no tiene los medios para avanzar con éxito».