La historia no tiene marcha atrás y este domingo ha dado uno de sus pasos hacia delante en La Habana. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha aterrizado en el aeropuerto internacional José Martí y con su llegada a Cuba ha hecho más palpable el proceso de normalización de las relaciones bilaterales que, tras más de cinco décadas de enfrentamiento, aspira a hacer “irreversible”.

AP / Enric Martí

Cartel de recibimiento a Obama en La Habana.

Muchos cubanos le reciben con el mismo entusiasmo que la lluvia que ha aligerado un domingo que ha amanecido caluroso y pesado. Y eso que el paseo del mandatario estadounidense y su familia por La Habana vieja representaba el principio de una pesadilla logística de dos días para los habaneros. Las medidas de seguridad son tan fuertes que los propios cubanos bromean diciendo que “Obama no va a ver ni a un cubano porque todo son policías y segurosos”.

HISTORIA, SIMBOLISMO Y POLÍTICA

La visita es un gesto de enorme peso histórico e importante carga simbólica. Este lunes, por ejemplo, Obama hará

Obama hará una ofrenda floral en el monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución, la misma en la que Fidel Castro pronunció muchos de discursos contra EEUU

una ofrenda floral en el monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución, la misma en la que Fidel Castro pronunció muchos de sus más cargados discursos contra Estados Unidos, donde en un desfile se mostró por primera vez armamento soviético, donde Raúl Castro dio su primer discurso tras relevar a su hermano en la presidencia o donde Juan Pablo II, en su también histórica visita de 1998, imploró: “Que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra al mundo”.

Un trabajo laborioso

El viaje tiene también, aunque en dosis más moderadas, carga política concreta. Obama y Raúl Castro se reúnen tras la ofrenda en una bilateral en la que el mandatario estadounidense planteará directamente a su homólogo cubano el tema de los derechos humanos, según avanzó hace unos días uno de los asesores de seguridad nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes.

Pero la negociación de la agenda ha sido un trabajo laborioso y complicado y muestra aún algunas de las muchas y enormes diferencias que separan a los dos países reencontrados. Aunque tras la bilateral habrá declaraciones de los dos líderes, no se celebrará la rueda de prensa que Obama acostumbra a dar tras este tipo de encuentros.

La oportunidad de Obama de dirigirse directamente a los cubanos llegará en un discurso de unos 50 minutos el martes. Parte trascendental de esa alocución será recordar la historia complicada que ha separado a los dos países y las tensiones que aún separan a muchos cubanos en la isla de los del exilio. Pero además Obama presentará su visión de futuro y, según adelantó también Rhodes, en ese terreno “dejará claro que es el pueblo cubano el que debe decidir" ese futuro, un mensaje de no injerencia que sin duda será bienvenido.

Con los disidentes

En un viaje histórico cargado de gestos y con importante foco en las posibilidades económicas y comerciales de la nueva relación pese a la persistencia del embargo y gracias en parte al reciente aperturismo cubano, el presidente lanzará también un importante mensaje al celebrar justo después del discurso un encuentro en la embajada estadounidense con representantes de la sociedad civil cubana al que han sido invitados disidentes, uno de los puntos que más han tensado las negociaciones de la visita.

Este domingo, la tradicional protesta que organizan cada domingo las Damas de blanco y otros opositores políticos ha acabado en enfrentamientos entre estos y defensores del regimen y unos 50 activistas han sido detenidos. Antes de esos arrestos, Aniuska Gómez García protestaba la visita de Obama. “Dijo que visitaría si había un cambio y lo que ha pasado ha sido lo contrario”, denunció, “se ha intensificado la presión”.