Miles de personas se han concentrado este martes en numerosas ciudades francesas para rendir homenaje a George Floyd coincidiendo con el funeral oficiado en Houston del afroamericano cuyo asesinato ha generado una ola de protestas en todo el mundo para denunciar el racismo y los abusos policiales.

En París, la manifestación convocada por SOS Racismo ha tenido lugar en la plaza de la República en presencia de líderes políticos de izquierda -Partido Socialista, Francia Insumisa, Europa Ecología los Verdes y Partido Comunista-, así como representantes sindicales, de asociaciones estudiantiles y oenegés.

Según la prefectura han participado 2.400 personas que guardaron silencio durante ocho minutos y 46 segundos, el tiempo que la rodilla del policía Derek Chauvin estuvo apoyada en el cuello de Floyd provocándole la muerte por asfixia.

Defender la convivencia

"Estamos aquí para denunciar el racismo y defender la convivencia. Estamos aquí por George pero también por Adama, por Lamine y por muchos jóvenes que se han ido demasiado pronto. Es inaceptable en el siglo XXI. Demasiada gente muere a manos de la policía", cuenta Feman, un rapero que lleva una camiseta que pide justicia para Adama Traoré, el joven negro que murió hace cuatro años bajo custodia policial y que en Francia se ha convertido en el símbolo de la lucha contra los desmanes de las fuerzas del orden.

"En el mundo del 2020 alguien puede ser asesinado delante de nuestros ojos solo por el color de su piel. No puede ser. Las cosas tienen que cambiar", dice Sara, inglesa de 56 años con una mascarilla blanca en la que se podía leer 'Black lives matter' (la vida de los negros importa).

Originaria de las Antillas y descendiente de esclavos, a sus 78 años Louise ha visto conmocionada los sucesos de Mineápolis. "Me recuerda el trato que tuvieron mis ancestros durante siglos y es muy violento. Me afecta muchísimo", señala.

Fin del método del estrangulamiento

El ministro del Interior, Christophe Castaner, garantizó este lunes una "tolerancia cero" ante los actos racistas cometidos por los agentes y anunció el fin del método del estrangulamiento durante las detenciones, aunque el controvertido placaje abdominal podrá seguir practicándose a pesar de que las asociaciones piden reiteradamente su prohibición.

El Gobierno intenta dar respuesta a unas protestas que el pasado sábado sacaron a la calle a más de 23.000 personas y que potencialmente pueden encender un nuevo conflicto en un país que arrastra las secuelas de la revuelta de los chalecos amarillos y de un larguísimo pulso contra la reforma de las pensiones.

Al mismo tiempo, se ve obligado a defender la labor de las fuerzas de seguridad, movilizadas sin tregua desde los atentados del 2015. Muestra de los delicados equilibrios a los que se ve obligado el ministro del Interior fue su decisión de no sancionar a los asistentes a las manifestaciones de homenaje a Floyd, pese a estar prohibidas en el estado de emergencia vigente decretado por la epidemia de coronavirus. Una postura criticada por la oposición, que reprocha a Castaner poner en peligro el orden público y renunciar a hacer respetar la ley.