La Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) denunció el pasado sábado las «continuas violaciones flagrantes» del embargo de armas en ese país pese el acuerdo suscrito en la conferencia internacional de Berlín del 19 de enero pasado, hace tan solo una semana.

La UNSMIL recuerda que el alto el fuego del 12 de enero acordada por el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) y el Ejército Nacional Libio (LNA) comandado por el mariscal Jalifa Hafter, que condujo a la notable reducción de las hostilidades en Trípoli, «ha proporcionado un respiro muy necesario para los civiles de la capital». Añade, sin embargo, que esa «frágil tregua se ve ahora amenazada por la transferencia continua de combatientes extranjeros, armas, municiones y sistemas avanzados a las partes por parte de los estados miembros, incluidos varios que participaron en la Conferencia de Berlín».

La misión de la ONU denuncia que los últimos 10 días «numerosos vuelos de carga y otros vuelos se han observado aterrizando en los aeropuertos libios en las partes occidental y oriental del país proporcionando a las partes armas avanzadas, vehículos blindados, asesores y combatientes».

Naciones Unidas considera que la llegada de más armas al país puede provocar que el país se hunda «en una nueva ronda de combates renovada e intensificada». De hecho, en esta semana ha habido denuncias de violación del alto el fuego.

La guerra civil en Libia estalló en el 2015 y se recrudeció en abril del pasado año, fecha en la que el mariscal Hafter puso cerco a la capital para arrebatársela al GNA y a su aliado la ciudad estado de Misrata. Hafter cuenta con el respaldo de Rusia, Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos, mientras que Francia y EEUU le apoyan políticamente. El GNA liderado por Fayez Al Serraj, está apoyado, por su parte, política y financieramente por la UE, la ONU, Italia y Catar y recibe además apoyo militar de Turquía.