«La guerra se ganará o se perderá en estas playas». En abril del 1944, el mariscal alemán Erwin Rommel, responsable de la defensa del muro del Atlántico, una fortificación de más de 4.000 kilómetros que se extendía desde los Pirineos hasta Noruega construida por Hitler para proteger el flanco oeste europeo, sospechaba que los aliados intentarían la invasión por Normandía. Pero en Berlín se preparaban para otro escenario. La obsesión de los aliados por ocultar sus planes se materializó en una campaña de intoxicación para convencer al Ejército alemán de que el desembarco sería en Pas de Calais.

Un agente doble que trabaja para los británicos, el español Juan Pujol, alias Garbo, inundó los servicios secretos alemanes de mensajes falsos para persuadirles de que el plan de Normandía era una cortina de humo, cuando la mayor operación militar de todos los tiempos ya estaba en marcha.

Fue un desafío monumental que trasladó al sur de Inglaterra seis toneladas de material, 1,5 millones de soldados y preparó en secreto a las tropas para el Día D. La invasión aliada comenzó el 6 de junio de 1944, 15 minutos después de media noche. Mientras una nube de 18.000 paracaidistas se extendía en la oscuridad, una armada colosal comenzaba a llegar a las playas de Utah, Omaha, Juno, Gold y Sword. Desde Cotentin hasta la desembocadura del Orne, 7.000 barcos salieron de la niebla y 150.000 hombres asaltaron el muro.

Errores dramáticos

Horas antes, en el cuartel general aliado de Bushy Park (Londres), el general Dwight Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas, escuchó la opinión de los meteorólogos, guardó unos minutos de silencio y dijo: «Ok. Let’s go».

No todo salió como estaba previsto. Hubo errores dramáticos, como la carnicería de Omaha Beach, pero la operación fue un éxito y las defensas costeras alemanas desaparecieron en horas.

Sin embargo, el Ejército alemán opuso una fuerte resistencia en el interior de Normandía y tras una batalla sangrienta la retirada empezó el 21 de agosto. La victoria aliada permitió liberar París y el resto del territorio francés ocupado por Alemania con un trágico balance. Perdieron la vida 37.000 soldados aliados, 55.000 alemanes y 20.000 civiles. Mientras, el general De Gaulle, a quien los aliados mantenían al margen, libró su particular batalla política negándose a que los americanos pilotaran la liberación y establecieran una Administración militar en territorio francés. Desde Argel, al frente del Gobierno provisional, su intención era reemplazar al Ejecutivo colaboracionista del mariscal Pétain. Aunque antes tuvo que vencer las resistencias de Franklin Roosevelt, opuesto a un Gobierno no elegido democráticamente. El presidente norteamericano claudicó y De Gaulle logró la legitimidad de los aliados. El general no participó jamás en las conmemoraciones del desembarco de Normandía.

Magnificada por Hollywood, la operación Overlord no es solo la epopeya del soldado John Steele enganchado en el campanario de Saint-Mère Eglise. Es el infierno de Omaha Beach, el martirio de la población de Normandía, arrasada por el bombardeo masivo de la aviación aliada, los fusilados por el Ejército alemán batiéndose en retirada y los últimos trenes de deportados. Pero la ofensiva de Eisenhower cambió el rumbo de la segunda guerra mundial.

El 25 de agosto, el general Von Choltiza firmó la rendición alemana.