El líder espiritual más influyente y el del único país musulmán de la OTAN se unieron ayer en la ofensiva contra la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel. El papa Francisco y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, solemnizaron en el Vaticano una alianza que se centró «en particular, en el estatus de Jerusalén» y en «la necesidad» de promover «a través del diálogo y la negociación» la paz y la estabilidad en Oriente Próximo, tal como señaló la Santa Sede mediante una nota oficial.

«El presidente Erdogan le agradeció al Papa sus mensajes sobre Jerusalén», puntualizó, en la misma línea, la delegación turca. Ambos «han acordado mantener el contacto en el futuro» y llevar adelante «acciones comunes» sobre las tragedias humanitarias que afectan a la región. El objetivo es «movilizar a la comunidad internacional» y poner el acento también en dramas como el de los refugiados, se precisó desde el entorno de Erdogan a través de un mensaje escrito.

Sintonía / Los dos líderes dieron así visibilidad a un nuevo eje que se opone a la postura sobre Jerusalén de la Administración de Donald Trump, algo sobre lo que ambos ya habían manifestado cierta sintonía a finales del año pasado. Tanto es así que, el 7 de diciembre, Francisco y Erdogan incluso habían hecho filtrar la noticia de una llamada telefónica en la que habían hablado del asunto y de la necesidad de preservar el estatus pluriconfesional de la ciudad. «Ahora mis pensamientos están con Jerusalén. No puedo quedarme en silencio ante la profunda preocupación que siento por la situación surgida en los últimos días», dijo Francisco en otra ocasión.

En la primera visita de un jefe de Estado turco al Vaticano en 59 años, el Papa y Erdogan dialogaron asimismo sobre la relación bilateral de ambos países, añadió la Santa Sede, sin mencionar el anterior conflicto entre Francisco y el Gobierno turco del 2016. Entonces el Pontífice enfureció a Ankara al reconocer como «genocidio» la masacre contra los armenios a manos de los turcos en 1915, y Turquía llegó a convocar al nuncio (embajador vaticano).

Erdogan también aprovechó la ocasión para reunirse con el presidente de Italia, Sergio Mattarella, y el primer ministro, Paolo Gentiloni, a los que ya había enviado mensajes muy nítidos antes de su viaje. «Deseamos la plena adhesión a la Unión Europea (UE). Otras opciones no nos satisfacen», sostuvo Erdogan en una entrevista publicada el domingo por el diario italiano La Stampa. «Turquía ya ha cumplido con sus obligaciones de Estado candidato. Ahora la Unión Europea debe respetar sus promesas», añadió el mandatario, quien en su visita a Roma no ha convocado ruedas de prensa.

De esta manera, Turquía, cuyo proceso de adhesión a la UE camina por un sendero muy incierto —casi impracticable después de los actos de violencia contra activistas, periodistas y políticos tras el fallido golpe de Estado de julio del 2016—, juega nuevamente la carta de su importancia como actor internacional para tratar de sumar puntos en su candidatura europea. Como ya hizo, por ejemplo, en el 2009, cuando medió para lograr el alto el fuego de Hamás en Palestina. Y más aún cuando esta cercanía con el Vaticano sobre Jerusalén coincide con el rechazo de varios países europeos a la postura estadounidense.

No obstante, la gira del mandatario por el Vaticano e Italia no estuvo exenta de polémicas. Durante toda la jornada, un gigantesco operativo policial de 3.500 agentes custodió las sedes de las reuniones del presidente turco en la capital italiana, que tenía previsto abandonar este mismo lunes después de una cena con empresarios. Mientras, varios partidos políticos italianos seguían criticando al Gobierno de Gentiloni por el recibimiento ofrecido al controvertido líder turco.