Las autoridades francesas han comenzado a habilitar una morgue en un almacén refrigerado de Rungis, el mayor mercado de productos frescos del país situado al sur de París, para ayudar a los servicios funerarios regionales, desbordados por el número de fallecimientos debido al coronavirus. El depósito puede acoger entre 800 y 1.000 féretros.

La Prefectura justifica su instalación por la presión que viven las pompas fúnebres, una situación que todavía durará varias semanas si se tienen en cuenta que la región parisina es ahora la más afectada por el covid-19.

Según las cifras de la Agencia Regional de Salud, han muerto un total de 1.406 habitantes de la isla de Francia, región a la que pertenece París. Solo en las últimas 24 horas, el coronavirus se ha cobrado la vida de 258 personas. Eso sin tener en cuenta los fallecidos en sus casas o en las residencias de mayores.

Situada en la zona periférica y aislada del resto de pabellones del Mercado de Rungis, la Prefectura considera que en esa morgue se podrán conservar los cuerpos en condiciones dignas y aceptables desde el punto de vista sanitario a la espera de que sean inhumados o incinerados en Francia o en el extranjero. Los primeros féretros llegarán este viernes y las familias podrán acceder al tanatorio a partir del lunes.

El espectro de 2003

No es la primera vez que la delegación del Gobierno requisa parte del Mercado de Rungis para convertirlo en morgue. Lo hizo también en el verano del 2003, una fecha fatídica que todo el mundo recuerda en Francia porque la ola de calor se llevó por delante entre 15.000 y 19.000 personas.

Como el pico de la epidemia de coronavirus todavía no se ha alcanzado, los servicios funerarios ven resurgir el espectro del 2003. Entonces se acondicionó un depósito de 4.000 metros cuadrados para acoger 700 cuerpos y descongestionar las funerarias, superadas por la extraordinaria mortalidad provocada por la canícula.