El Parlamento escocés rechazó ayer por un amplio margen el proyecto de ley de salida del Reino Unido de la Unión Europea. Todos los partidos de Escocia representados, a excepción de los conservadores, votaron contra la legislación del brexit propuesta por el Ejecutivo británico. El resultado fue de 93 votos contra el proyecto, frente 30 a favor. Es la primera vez que el Parlamento escocés niega su consentimiento a una ley procedente de Westminster, lo que puede llevar a una confrontación directa entre Londres y Edimburgo.

La primera ministra, Theresa May, tiene el poder para imponer la legislación del brexit a Escocia, una de las cuatro naciones que conforman el Reino Unido. Pero esa medida de fuerza sin precedente podría abrir una crisis constitucional. La confrontación daría además fuelle a la petición de un segundo referéndum de independencia que quiere la ministra principal, Nicola Sturgeon. La única manera que tiene el Ejecutivo de May de evitar una lucha abierta es volver a negociar y hacer más concesiones.

En abril, después de largos meses de discusiones, los ministros escoceses rechazaron un acuerdo para resolver la disputa sobre la ley del brexit. A fin de encontrar una solución, el Gobierno de May había introducido algunos cambios en el texto que servirá para que el Reino Unido continúe funcionando sin problemas una vez se consume la ruptura con la UE. Gales aceptó las modificaciones, pero no la Administración de Escocia, controlada por los independentistas del Partido Nacional Escocés. Para Sturgeon y su equipo hacían falta nuevos cambios, ya que quedaba «un punto clave» por cerrar.