La extrema derecha se organiza para impulsar su irrupción en Bruselas. A falta de solo un mes para que se celebren las elecciones al Parlamento Europeo, partidos nacionalistas y xenófobos de todo el continente se reunieron ayer en Praga para escenificar su alianza. Encabezados por la líder populista Marine Le Pen y el islamófobo holandés Geert Wilders, el grupo pretende propulsar una «nueva armonía europea» donde se conviertan en una de las principales fuerzas de la Cámara.

La reunión es un paso más en el intento conjunto con Matteo Salvini para reforzar los lazos de una alianza ultraderechista que, tras las elecciones, una a las formaciones que ahora están dispersas en varios grupos. El ministro del Interior de Italia y líder de la Liga Norte se sumó al evento mediante videoconferencia para animar a sus socios.

La visita a Praga de la plana mayor ultraconservadora pretende promover a nivel doméstico la primera campaña europea del partido Libertad y Democracia Directa (SPD). Su anfitrión, Tomio Okamura, aboga por la salida de la República Checa de la UE y por una política antiinmigración.

Su entrada en el Parlamento Europeo supondrá un nuevo miembro para la alianza. En el encuentro también participaron dirigentes del partido racista belga Vlaams Belang y del búlgaro Volya.

El ausente en la reunión fue el Partido por la Libertad de Austria (FPÖ), presidido por un antiguo neonazi y ahora en el Gobierno de Viena. Junto a ellos y a partidos menores de Alemania, Polonia y el Reino Unido, la alianza Movimiento Europa de las Naciones y de las Libertades pretende convertirse en la fuerza más votada del Parlamento Europeo para desequilibrar así la hegemonía de conservadores y socialdemócratas.

En Francia, un sondeo hecho público ayer daba a Le Pen un 24% de los votos, aventajando en tres puntos a la lista del presidente Macron. En Italia, los de Salvini aspiran a un 33,5% de los votos, sin oposición alguna.