El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, arranca este 2016 con el mismo pesimismo con que despidió 2015: arrastrando una crisis de refugiados que sigue sin visos de solución, con la incertidumbre entorno al futuro de Reino Unido en la Unión Europea viva y con nuevos enfrentamientos políticos con el este de Europa y un país de peso como es Polonia debido a un problema tan fundamental para Europa como son sus valores. “No me hago muchas ilusiones sobre este año porque todo sigue siendo complicado, pero no me resigno ni voy a tirar la toalla. Me niego a aceptar la idea de que Europa se encontraría ante el principio del fin”, ha alertado Juncker durante su primera rueda de prensa del año.

El luxemburgués dice estar “impresionado” por el numero de flancos débiles que amenazan a Europa, empezando por el de los refugiados. Un frente en el que se ha topado con la cerrazón de algunos Estados miembros. “Se dice que no hemos hecho lo suficiente” pero “no es la Comisión Europea quien no ha cumplido sino los Estados miembros”, critica sin dar nombres pero en alusión a Hungría o Eslovaquia, dos de los países que se han negado a acoger a parte de los 160.000 refugiados a reubicar en el marco del plan pactado en septiembre. “La Comisión Europea ha hecho lo imposible” pero “no hemos conseguido responder al flujo de refugiados”, lamenta alertando del “daño enorme” que supone para la reputación europea.

La presión migratoria sigue siendo fuerte y son muchos los países que han reintroducido de forma temporal los controles de identidad en el espacio espacio Schengen, una zona de libre circulación que lleva meses en cuestión. “Sin libertad de circulación no tiene sentido el euro. ¡Qué sentido tiene que tengamos una unión monetaria si luego no podemos viajar libremente dentro del continente!”, advierte. “No quiero dramatizar” pero “quien acabe con Schengen enterrará el mercado interior europeo. Si seguimos por esa vía habrá menos mercado interior, menos Schengen y Europa se convertirá en ingobernable”, advierte. Y, como ejemplo de este impacto, algunos números. Los controles en el puente de Oresund, entre Dinamarca y Suecia han costado ya 300 millones. Los impuestos con Alemania otros 90 millones y suma y sigue hasta una cantidad que podría rondar los 3.000 millones se mantienen.

Evitar el Brexit

Como segundo gran reto, l a negociación con Reino Unido sobre las condiciones de permanencia de la isla en el club comunitario para evitar el que se conoce como Brexit. Juncker ha dicho estar “casi seguro” de que lograrán una solución “permanente” en febrero. “Estoy casi seguro de que tendremos un acuerdo, no un compromiso” sino “una solución, una solución permanente, en febrero”, ha indicado. Según el presidente, la Comisión Europea está trabajando duro y ejerce un papel de facilitador para inspirar ideas y sugerencias.

“Las cuestiones sobre la mesa son todas peliagudas” pero habrá “una solución permanente, no parcial”, ha asegurado sobre los cuatro elementos planteados por Londres, que exige cuatro reformas: mercado único, competitividad, integración y la eliminación de los beneficios sociales para los extranjeros durante cuatro años, el mayor obstáculo en las conversaciones. “Son problemas todos ellos muy difíciles y tenemos que trabajar duro en los próximos días para llegar a un acuerdo”, ha asegurado con convencimiento de que llegarán a buen puerto en la cumbre del 18 y 19 de febrero.

Diálogo con Polonia

Otro de los frentes abiertos para este 2016 es Polonia y el enfrentamiento entre Bruselas y Varsovia por dos reformas lanzadas por el gobierno polaco. “No tenemos ninguna problema con Polonia. Tenemos un problema con determinadas iniciativas del nuevo gobierno polaco. No confundamos”, ha zanjado refiriéndose al mecanismo activado esta semana para estudiar si Polonia ha vulnerado los valores democráticos de la Unión Europea con dos nuevas leyes destinadas a controlar el Tribunal Constitucional y limitar la independencia de los medios de comunicación públicos.